Malestar entre socios

El canciller Scholz advierte de "tiempos duros" en la peor crisis de la coalición de gobierno en Alemania

El detonante de la crisis es la sentencia del Tribunal Constitucional de mediados de noviembre, que bloqueó el traspaso de unos 60.000 millones de euros al llamado Fondo para la Transformación y el Clima (KTF), del que dependen grandes proyectos infraestructurales y energéticos

El canciller alemán, Olaf Scholz, en una rueda de prensa este martes.

El canciller alemán, Olaf Scholz, en una rueda de prensa este martes. / EFE

Gemma Casadevall

Vienen tiempos duros en Alemania y habrá que vigilar los gastos, advirtió este martes Olaf Scholz desde el Parlamento federal (Bundestag), unos días después de aprobar su Consejo de Ministros un presupuestario suplementario para este 2023 -con créditos por 45.000 millones de euros- y de dejar en suspenso el llamado freno a la deuda, algo que la Constitución alemana solo contempla ante situaciones de emergencia. La intervención del canciller se produjo en medio de la hasta ahora peor crisis vivida por su tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales, una alianza de gobierno que aún no ha cumplido sus primeros dos años.

El detonante de la crisis es la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) de mediados de noviembre, que bloqueó el traspaso de unos 60.000 millones de euros al llamado Fondo para la Transformación y el Clima (KTF), del que dependen grandes proyectos infraestructurales y energéticos. La idea del tripartito de nutrir esa partida con créditos aprobados durante la pandemia pero que no se utilizaron es anticonstitucional, dictó el TC, en respuesta a una demanda de la oposición conservadora. Simplemente porque no se debe transferir fondos sobrantes creados para un fin concreto a otro fin -o emergencia- y en un año posterior.

Scholz está ante el dilema de salvar el clima o salvar las finanzas, resumía hace unos días el diario 'Süddeutsche Zeitung'. Lo primero afecta directamente a su ministro de Economía y Protección del Clima, el verde Robert Habeck, y lo segundo al de Finanzas, el liberal Christian Lindner. Ambos ministros se ha convertido desde el inicio de la legislatura, en diciembre de 2021, en exponente de la confrontación constante en el tripartito. Habeck alerta ahora contra el peligro de entrar en una "policrisis" --económica, política y social-- si se bloquea un KTF creado para llevar adelante la transformación energética del país y para paliar la sacudida derivada de la sustitución de los suministros baratos rusos por alternativas más caras, precipitada por la invasión de Ucrania.

La regla fiscal, en suspenso

Lindner ha visto sepultado de facto su propósito de regresar este 2023 a la disciplina del freno a la deuda, según la cual el déficit no puede superar el 0,35% del producto interior bruto (PIB) salvo en situaciones de emergencia, como la generada por la pandemia. Apelar a una emergencia no es algo meramente abstracto o que pueda justificarse por la recesión que sufre Alemania, que cerrará este 2023 con una contracción del 0,4%. Debe ser apuntalado en datos concretos y ser refrendado por la correspondiente mayoría parlamentaria.

La aprobación del presupuesto suplementario para lo que queda de año implica de facto prolongar la suspensión del freno a la deuda; el propio Ejecutivo ha aplazado las discusiones ya en curso para los presupuestos de 2024, mientras "estudia escrupulosamente" --en palabras de Scholz-- qué soluciones da a la situación creada por la sentencia del TC. Los efectos de esa decisión no solo atañen a los 60.000 millones del KTF, sino que pueden alcanzar al conjunto de 200.000 millones del llamado Fondo de Estabilización Financiera. Para los Verdes, el freno a la deuda es algo obsoleto y debe reformarse; para los liberales de Lindner, eso sería veneno para el objetivo de la disciplina fiscal.

Revés a la credibilidad del canciller

Más allá del pulso entre Habeck y Lindner, está en juego la credibilidad de Scholz. Al fin y al cabo, la sentencia del TC es una afrenta no solo para el titular actual de Finanzas, sino también para el canciller, que ocupó este ministerio en la última gran coalición de Angela Merkel. Teóricamente, debía estar alertado de que su "ocurrencia", "chapuza" o "manipulación fiscal" --en palabras del jefe de la oposición conservadora, Friedrich Merz-- era anticonstitucional. "No está a la altura de su cargo", dictaminó Merz, en una intervención vibrante donde enumeró los logros de sucesivos cancilleres del país --desde el conservador Helmut Kohl a los socialdemócratas Willy Brandt, Helmut Schmidt o incluso Gerhard Schröder-- para llegar a esa conclusión.

La sesión del Bundestag había discurrido entre sarcásticas carcajadas opositoras a los razonamientos de Scholz y entró en un capítulo de ovaciones a las reprimendas lanzadas por Merz. El canciller se había esforzado en asegurar que ningún ciudadano debía temer por su jubilación o por su subsidio. Tampoco deberá temer consecuencias del fin del llamado tope al precio de la energía, creado cuando se disparó la inflación en este sector, ya que actualmente están por debajo de esos límites. "No dejaremos a nadie solo", insistió, y repitió así la frase con la que trató anteriormente de calmar al ciudadano ante situaciones de emergencia, como la crisis climática.

La ultraderecha apunta a elecciones

Merz pulverizó la gestión de Scholz, desde su posición de jefe del primer grupo opositor del Bundestag y asimismo líder en intención de voto, de celebrarse ahora elecciones generales. La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), segunda fuerza a escala nacional según los sondeos, reclamó la dimisión de Scholz. "Alemania debe liberarse de la incapacidad manifiesta de su coalición", afirmó la jefa de su grupo parlamentario, Alice Weidel.

No es la primera vez que la AfD reclama el fin de esa alianza, aunque ahora lo hace reforzada por perspectivas de éxito que hasta poco parecían impensables. Sigue estando descartada como aliada por el resto de los grupos parlamentarios del Bundestag. Pero está envalentonada por el triunfo del radicalismo derechista de Países Bajos, donde el ultra Geert Wilders se catapultó a la posición de fuerza más votada. De hundirse el tripartito de Scholz, la opción más plausible para evitar elecciones anticipadas sería una gran coalición entre socialdemócratas y conservadores. De ir a nuevos comicios, la gran beneficiada sería la AfD.