Esther Ciudad fue la principal protagonista el fin de semana del 14 y 15 de agosto en la basílica de San Pedro del Vaticano. Esta música ejeana se convirtió en la primera persona, ajena a la institución, en tocar el órgano durante la liturgia. La aragonesa confiesa que vivió «una experiencia única». «Tenía que aprovechar la oportunidad, porque nadie de fuera del Vaticano había tocado antes allí», cuenta Ciudad, que solo había estado en el templo italiano en su adolescencia, en una excursión con el instituto. «Fue el reencuentro perfecto», afirma.

Esther Ciudad tocando el Mascioni de cuatro teclados del Vaticano.

El concierto de Esther Ciudad en el templo cristiano por excelencia llegó en forma de invitación. Josep Coll Solé, organista titular de la basílica de San Pedro del Vaticano, también español, quien invitó a la organista aragonesa a dar muestras de su talento en la sede papal tras conocer que se encontraba dando una gira por Italia: «Viajé hasta allí para dar varios conciertos y cuando Josep me llamó no pude decir que no».

UN SUEÑO CUMPLIDO

Un plan ligeramente improvisado, «aunque los artistas siempre estamos preparados para hacer nuestro trabajo», cuya dificultad aumentaba por la complejidad del instrumento: «Es un órgano muy grande, un Mascioni de cuatro teclados, que requiere de un repertorio específico».

Ciudad recuerda que, en el caso de los organistas, su repertorio está condicionado por el instrumento: «Con el piano puedes tocar cualquier pieza, pero los órganos tienen recursos técnicos y sonoros diferentes dependiendo del momento en el que fueron construidos». La actuación de la ejeana tuvo una dificultad añadida, como fue la imposibilidad de ensayar antes de enfrentarse al directo.

Ciudad eligió el Preludio de Bach para generar una «simbiosis» entre la música y el espacio litúrgico en el que se desarrollaba, ya que las obras escogidas debían adaptarse «al tiempo y al lugar». «Conseguí que el órgano sonase en su máximo esplendor durante mi intervención», recuerda con orgullo Ciudad. La organista ejeana disfrutó cada uno de los momentos junto al instrumento del Vaticano: «Mantuve una serenidad casi inspirada durante toda la representación».

Ciudad valora positivamente su actuación, «pese a tener que adaptarme a un instrumento al que no estaba acostumbrada», y cree que cumplió con las expectativas: «Pude disfrutar cada nota de las que toqué en el Vaticano». Casi una semana después de su concierto en la Santa Sede, Esther Ciudad se sigue emocionando, recordando cada momento de los vividos: «Me acuerdo de la sonrisa de mi hija y de mi marido diciendo que habíamos cumplido un sueño».

ÉPOCA DORADA EN EUROPA

La llegada de la intérprete aragonesa al Vaticano es el colofón a un verano en el que el órgano ha vuelto a ser protagonista de numerosos festivales y ciclos de música. «Reservamos este instrumento para la época estival porque los artistas necesitamos de muchas horas de ensayos en las iglesias, muy frías en invierno», justifica Ciudad. La música ejeana confirma que «está contenta» por la situación del órgano en Aragón y se siente emocionada «por el regreso del público, fundamental para desarrollar nuestra música». Aragón, y más concretamente Zaragoza, siguen la misma tendencia que el continente europeo: «Con novedades, trabajo y pedagogía estamos consiguiendo que la gente se vuelva a interesar por este instrumento». «El órgano está viviendo un momento de explosión en toda Europa gracias a la modernización, con nuevos repertorios y con una apuesta fuerte por este instrumento», resume la profesora del Conservatorio de Teruel, especializada en el órgano.

Sin embargo, Ciudad exige que la apuesta por la cultura en la comunidad no se reserve para conciertos puntuales o eventos esporádicos y apueste por un programa constante: «Aragón no tiene estructura cultural y, si no cambiamos, seguiremos a la deriva». La generación de esta base frenaría «la salida de nuestros músicos» y acercaría la riqueza a la sociedad aragonesa, opina la organista, porque «todas las sociedades ricas lo son por la cultura». «Debemos mantener la excelencia de los músicos españoles, que tienen un nivel muy alto», sentencia.

Tras haber alcanzado «uno de los techos» que existen para los organistas, como es tocar en el Vaticano, Ciudad observa con esperanza la continuidad de su carrera musical: «Tocar allí ha sido el inicio de una nueva vida». La ejeana, que continuará trabajando por la música en Aragón, ya cuenta con numerosos proyectos por toda Europa para el próximo año, como una beca universitaria en Gante. «Todo esto es un nuevo comienzo», concluye Ciudad.