No sé si volqué demasiadas esperanzas en este juicio; ya no sé bien qué esperaba de él. Hubo un tiempo en que pensé que sí podría traer la verdad, que cogeríamos a todos los malos, que quedaría claro quiénes somos los buenos, que tras el proceso lograría sentirme mejor. En aquellos meses del principio me obsesionaba este juicio, defenderte, pelearte, conseguir justicia.

Han pasado más de tres años. La gente salió a la calle, contra el terrorismo y contra la mentira. Contra las mentiras. Se celebraron las elecciones y fui a votar, por ti. Hubo un cambio en el Gobierno. Si volvieses ahora verías que no han cambiado tantas cosas; nos dijeron que nos traerían la verdad, pero la verdad nunca vino de la mano de los políticos, en un circo llamado comisión de investigación. Ni de la mano de algunos medios, con su pretendido periodismo de investigación. La verdad es que han cambiado pocas cosas. Más de tres años después, la gente mata cada día y sigue muriendo a diario. La guerra sigue en Irak, el terrorismo en las calles, la intolerancia en los barrios, la estupidez sigue donde siempre. Finalmente, y como ya sabíamos muchos, tu muerte no sirvió nunca para nada.

Responsabilidades políticas

No se si este juicio puede traer algo bueno. La verdad es que un puñado de asesinos, traficantes, confidentes y delincuentes ya han sido juzgados; y que muchos de ellos pagarán menos de lo que se merecen; que tal vez nunca podamos pedir responsabilidades políticas a quienes tenían la responsabilidad de la seguridad ciudadana en ese momento. Tras esta sentencia no sé si hemos ganado el juicio. O si lo perdimos para siempre mucho antes.

La verdad es que no hay reparación posible; que no me gustan los homenajes, los monumentos, las fotos, las palmadas en la espalda; que te llamen héroe quienes no te conocían; que me duele todo lo que suena a 11-M, que me angustia el exceso informativo que suscita.

Heridas por curar

La única verdad es que no estás. Hace ya más de tres años que no estás. La verdad es que yo me he quedado y sigo esperando, aunque sé que nunca vas a volver, por más que yo te espere. Ningún juicio me podrá explicar por qué.

La verdad es que este juicio no cura heridas, no concluye etapas. Pero, la verdad, es un alivio que termine y que nos dejen en paz por un tiempo.

La verdad es que no he estado sola. Nunca agradeceré lo suficiente el trabajo de quienes en mi nombre te han defendido, quienes han creído en nosotros y nos han representado, buscando una verdad que no sé si llega a desvelarse completa con esta sentencia. Gracias Antonio, gracias Amanda, gracias Paula, gracias José María, gracias a todos los abogados que han peleado este juicio por nosotros.

Y la verdad también es que yo sigo, que yo tengo que seguir, que yo quiero seguir, por más que a veces pensé que no podría ni querría, por más difícil que a veces me parezca. Pero también es cierto que hay quien me lo pone más fácil. Infinitas gracias a ti, por todos los años que compartimos, por tu familia, que ahora es más grande; por tus amigos, que tanto me cuidan. Gracias de verdad, Javi, el amor de mi vida.