La Guardia Civil detuvo ayer a cinco vecinos de Sabiñánigo de origen rumano como sospechosos de haber participado en el rapto y asesinato de la empresaria Pilar Blasco, desaparecida el martes 10 de junio cuando se dirigía a su trabajo en la empresa familiar y cuyo cadáver, maniatado, fue hallado cuatro días más tarde en el interior de un canal cerca de Lasieso.

Los responsables de la investigación, desarrollada por la Policía Judicial de la Guardia Civil de Jaca y la Unidad Central Operativa (UCO) del instituto armado, centran sus pesquisas en dos hipótesis sobre el crimen, ambas de carácter económico: un robo que hubiera derivado en el asesinato de Blasco o un secuestro, con el mismo desenlace fatal, perpetrado con el objetivo de exigir un rescate a la familia de la víctima.

Los agentes de la Guardia Civil seguían ayer trabajando para atar los cabos del asunto y determinar qué grado de participación pudieron tener los detenidos --u otras personas no arrestadas todavía-- en la desaparición y el homicidio de la empresaria. Fuentes del instituto armado declinaron confirmar que la operación hubiera quedado cerrada con las detenciones practicadas ayer.

BRUTALIDAD

La víctima permaneció apenas unas horas en manos de sus raptores. Según explicaron fuentes conocedoras de la investigación, la autopsia ha situado la muerte de Pilar Blasco entre las ocho de la tarde y las diez de la noche del 10 de junio, el día de su desaparición, en el que fue vista con vida por última vez en torno a las tres y media de la tarde.

La mujer, cuyo cadáver presentaba señales de golpes violentos, fue arrojada al canal maniatada, amordazada y con un saco lleno de un material pesado atado a los pies para impedir que el cuerpo pudiera salir a flote, señalaron las mismas fuentes.

Algunos indicios recogidos en la autopsia refuerzan la hipótesis de que los raptores podrían haber arrojado a Pilar Blasco al canal, de varios metros de profundidad, cuando todavía estaba viva.

La brutalidad desatada sobre la víctima, así como el hecho de que esta hubiera sido reducida, agredida, ocultada y trasladada a unos diez kilómetros de Sabiñánigo para deshacerse del cuerpo hizo sospechar desde el principio a los investigadores que el crimen había sido cometido por varias personas.

RELACIONES

El primer arrestado en la investigación, Francisco Javier Puyó Giménez, un vecino de Sabiñánigo de 48 años --los cumplía ayer-- con varios antecedentes policiales y que pasó por la cárcel hace unos años, era el propietario de dos empresas dedicadas a la construcción y mantenía relaciones comerciales con la empresa familiar de la víctima, Materiales de Construcción y Saneamiento Alto Aragón. Puyó tenía deudas con esa firma, que le había reclamado el pago recientemente. El empresario atravesaba una mala situación económica que había hecho que algunos proveedores dejaran de suministrarle material. La Seguridad Social y Hacienda le habían enviado requerimientos de pago por más de 12.000 euros en el último año y medio.

Algunas fuentes apuntaron ayer que algunos de los detenidos habían trabajado con Puyó --la Guardia Civil declinó confirmar este extremo--, aunque no se conocían vinculaciones de estos con Blasco y su empresa familiar.

Ayer no trascendieron las identidades de los cinco arrestados de origen rumano. Tan solo que dos de ellos proceden de una localidad llamada Baia Mare, según explicaron fuentes de la comunidad rumana, que también señalaron que algunos de ellos estaban empleados en obras de construcción.

Los dos primeros arrestos se produjeron a las ocho y media de la manaña en el polígono del camino de Aurín. Les siguieron otros dos a las diez de la mañana y otro a la una del mediodía en varias empresas de la capital del Serrablo.

El cuerpo de Pilar Blasco fue hallado en el canal en las inmediaciones del puente con el que lo supera la irregular carretera que conduce de Hostal de Ipiés, en la N-330, a Caldearenas, antes de llegar a la localidad de Lasieso. Está a unos diez kilómetros de Sabiñánigo.