A los comercios de la zona de obras no les ha quedado otra que acostumbrarse a las dificultades de acceso que ofrecen los trabajos del tranvía. Y no solo para los clientes, también para recibir mercancías. Aunque muchos reconocen que "los primeros días fueron los más complicados para nosotros", como apuntó José Jaramillo, encargado del bar restaurante Sagardi, ahora todos se han buscado soluciones alternativas para evitar retrasos en la entrega.

"El conductor no se aclaraba el primer día para llegar hasta aquí, se perdió varias veces y tardó muchísimo en llegar para entregarnos el pedido, que siempre recibimos a última hora de la noche y aquel día tardó mucho más", comentó el responsable del local. Otros lamentan el tiempo que necesita el repartidor para llegar, como en la zapatería Callizo, en la avenida César Augusto, donde explicaron que "tiene que dejar la furgoneta en Galo Ponte como pueda y desde allí traernos las cajas con carretilla". Las afecciones al tráfico, además, también representan una importante pérdida de clientes, que "antes llegaban en autobús y ahora no vienen porque les deja muy lejos". Así lo piensan muchos de ellos.