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La historia en una publicación

«Contribuyó a abrir España al mundo»

Juan Gavasa acaba de publicar el libro ‘Yo también iré a Jaca’, un viaje por la historia del Festival de los Pirineos

«Contribuyó a abrir España al mundo»

Su padre «estuvo entre esos jacetanos que siguieron a Armando Abadía, el fundador del festival, en la organización desde el primer día», de niño recuerda que pegaba carteles del festival por las calles e incluso que formó parte «de la primera generación de azafatos en 1985» y lo ha vivido también como espectador y como director de comunicación durante 8 años. Una trayectoria que avala a Juan Gavasa para ser el autor del libro Yo también iré a Jaca en el que hace un viaje por las 50 ediciones del Festival de los Pirineos.

Y ha pretendido acercarse a la cita desde un punto de vista sociológico: «El festival tuvo en su origen un componente político del que sus fundadores probablemente no fueron conscientes y en sus primeros años contribuyó a abrir de algún modo España al mundo. En Jaca participaban grupos de países que no tenían relaciones diplomáticas con España como Israel, China o la Unión Soviética. Eso era posible en Jaca. Incluso que participaran países que estaban en guerra», señala.

A ello, Gavasa añade que «el festival era una herramienta política y diplomática, siquiera simbólica,de gran importancia. Pero cuando llegó la democracia a España, el país normalizó sus relaciones internacionales y los procesos migratorios transformaron las sociedades, el Festival perdió evidentemente fuerza como acontecimiento social. En ese momento hubo factores, como la convivencia o la hermandad, que siempre habían estado en su ADN pero que quedaron caducos e irrelevantes. Pero son los que han permanecido pese a todas las crisis que ha atravesado el festival y los que, en mi opinión, han hecho que haya llegado a cumplir 50 años», afirma un Gavasa que cree sin dudar que «fue en cierto modo, un adelantado a los multitudinarios festivales de música que llegarían a España a finales de los 80».

Además, el escritor y periodista jacetano afincado ahora en Canadá reconoce que también ha tenido sus dudas: «Durante muchos años fui muy crítico, pensaba que era un evento que necesitaba una transformación, una renovación profunda. Que corría el riesgo de derivar en un anacronismo ante el empuje de otros festivales pero el libro me ha ayudado a entender que lo más importante estaba en su esencia, es lo que le da sentido».

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