LA NOCHE MÁS MÁGICA DEL AÑO

La Cabalgata de los Reyes Magos combate con fantasía el frío de Zaragoza

Unas 9.000 personas esperan en La Romareda a Sus Majestades de Oriente / La niebla marca un evento llena de ilusión

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Son magos, pero Sus Majestades de Oriente no pueden controlar los cuatro elementos. La niebla ha dificultado su llegada a una Zaragoza que esperaba ansiosa el regreso, en plena normalidad, de Melchor, Gaspar y Baltasar. 

El helicóptero nunca pudo aterrizar en La Romareda y la presencia de los Reyes Magos en el estadio digamos que fue fugaz. Apenas tres minutos en los que recibieron una camiseta del Real Zaragoza y les dio tiempo a decir que la capital aragonesa era «muy especial por la sonrisa de todos sus niños». 

Las 9.000 personas que se han acercado al campo de fútbol han sido parte de la enorme comitiva que apenas una hora después ha colapsado el centro de Zaragoza, desde la entrada del colegio Joaquín Costa hasta la plaza del Pilar.

La tardanza en la llegada al estadio no se ha traducido en el inicio de la cabalgata, que desde antes de las 18.00 horas ya estaba entreteniendo al público con las carrozas de los patrocinadores de este año. Y entre el ir y venir de las familias, la locura en el interior del recorrido y la búsqueda del mejor sitio posible, ha llegado el inicio de un desfile que ha abierto, como no podía ser de otra manera, la Estrella Anunciadora. 

Una estrella que ha estado escoltada en todo momento por una especie de máquina del tiempo que ha hecho también las veces de discomóvil, llenando de música y luces el primer tramo de un paseo que se ha extendido durante horas. Ese viaje en el tiempo anunciado de primeras ha sido el botón que ha arrancado un mundo de fantasía, ciencia ficción fábulas y mucha ilusión. 

Mientras los primeros personajes de la cabalgata avanzaban, más cabezas se aupaban hasta los hombros de unos padres que, más sonrientes que sus propios hijos, explicaban todos esos personajes que les estaban haciendo pasar una estupenda tarde. Algunos, clásicos del cómic nacional como Zipi y Zape o Rompetechos eran ajenos a los más benjamines, pero otros, como las princesas o los monstruos de los cuentos más conocidos eran cazados a la primera. 

Tras ellos, un viaje a una galaxia muy, muy lejana. Los protagonistas de Star Wars han hecho acto de presencia con dos naves espaciales que han repetido la sintonía original de la saga y el terrorífico sonido de Darth Vader y compañía. Una historia para todos los gustos, pues la recreación no ha querido fallar ni a jóvenes ni a veteranos y ha traído personajes de las nueve películas. Así, todos contentos. 

Menos Marco, que llevaba dos horas con los ojos abiertos y no entendía «por qué no viene Melchor» y se cansaba de ver a tanto secundario cuando las verdaderas estrellas venían desde Oriente. 

Lucas no se enfadaba como su compañero de fila, pero porque estaba a otros asuntos. «Un puzle, dos muñecos, juegos de mesa, alguna sorpresa...» recitaba en voz alta, recordándose a sí mismo y a todo el que quisiera escucharle lo que había apuntado en su carta. 

Unas cartas que, algunos valientes, han decidido guardarse hasta la última hora de la tarde. Ha sido entonces cuando la han lanzado a las redes de unos carteros reales que no han dado abasto ante el aluvión de peticiones. Menos mal que, si alguna se extravía, la magia será la solución.

Bailarines, luces, espectáculos y varias carrozas después, Melchor ha abierto la comitiva real con una tromba de aplausos y vítores que ni los mejores artistas pueden imaginar. Gaspar ha continuado el paso con su sobriedad característica, aunque su grupo de bailarines ha animado la fría noche. Un ánimo que ha subido hasta el trono de Baltasar, el más marchoso de los tres reyes, que no ha dejado de moverse durante todo el trayecto en lo más alto de su carroza.

Cada uno con su propia banda de música, los Reyes Magos han atraído a sus fieles y volvieron a avivar el debate familiar de qué rey era el mejor o de cuál era el que traía los mejores regalos. Conversaciones sin final que durarían, seguro, hasta el momento de irse a la cama. La cabalgata ha llegado a su final y cada uno ha enfilado el camino a casa, con la magia por las nubes. Pocos sueños más placenteros que el de anoche. 

A la espera de los regalos, dos lecciones aprendidas: que la niebla de Zaragoza puede con cualquiera, incluso con los Reyes Magos, y que la ilusión no conoce de de edades. Siempre se es un niño para disfrutar de la noche más mágica del año.