La Audiencia Provincial de Navarra impuso ayer penas de 23 años y medio de prisión para cada uno de los tres autores del asesinato y robo del joyero zaragozano José Luis Madurga, de 47 años, a quien degollaron en un lavadero de Tudela en noviembre del 2001 para robarle el muestrario de joyas que portaba, valorado en 92.349 euros.

Además, el tribunal estableció la prohibición de que acudan a Zaragoza en cinco años, debido a la "violencia ejercida" contra el fallecido, "de una peligrosidad que justifica" dicha medida.

La Sala, que les condena a cada uno a 19 años de cárcel por el delito de asesinato y a cuatro años y medio por el de robo, les obliga a pagar asimismo una indemnización a la viuda de la víctima de 200.000 euros, así como de 80.000 euros a cada uno de los hijos de 17 y 10 años. También pide que abonen 17.895 euros a la joyería César Saiz, en la que trabajaba el joyero asesinado.

En virtud del veredicto dictado por un jurado popular, la sentencia considera "terminantemente probado" que los tres acusados --los colombianos Jesús Orlando Loaiza Tascón, de 35 años; Gerson Gutiérrez López, de 27 años; y la esposa de éste, María Pilar Pueyo Hernández, natural de Zaragoza de 53 años--, se pusieron de acuerdo para cometer el robo y el posterior asesinato.

Para ello, Pilar Pueyo telefoneó "insistentemente" el día 12 de noviembre del 2001 a José Luis Madurga, con quien había trabajado como colaboradora, para que acudiera a su lavadero de coches, con el pretexto de que quería comprarle unas joyas.

Sobre las 18.30 horas el joyero se presentó en el local y, mientras la acusada "fingía" estar interesada en el muestrario, de forma "súbita e inesperada y por la espalda", Gutiérrez le dio con un objeto un "fuerte golpe" en la oreja izquierda, momento en el que la procesada salió del lavadero para realizar "labores de vigilancia".

Seguidamente, José Luis Madurga recibió un segundo golpe que pudo esquivar con el brazo, si bien Gutiérrez procedió a darle un tercero que le causó la rotura de la mandíbula y que provocó que perdiera el conocimiento. Después, los procesados, tras introducir el coche del joyero en el lavadero, le metieron en el maletero, tras lo cual Gutiérrez cogió un cuchillo y le seccionó el cuello y ambas muñecas, lo que le causó la muerte.