La abuelastra y el padrastro de la niña Naiara, muerta tras recibir una brutal paliza de su tío político por no saberse una lección, aseguraron ayer que la relación que mantenían con la menor era de afecto y que la convivencia familiar no estaba marcada ni por la disciplina ni por los castigos.En una comparecencia este jueves ante la titular del juzgado de instrucción de Jaca encargado del caso, ambos familiares, imputados en la causa por un presunto delito de maltrato continuado, han declarado por primera vez para negar las imputaciones sobre el supuesto ambiente hostil que sufría la niña en casa. Fuentes judiciales señalaron que la abuelastra ha relatado que la niña se comportaba de una forma «muy cariñosa» hacia ella y que le llamaba «abuela», y que la relación entre ambas era «muy buena».

Añadieron que la convivencia en la casa familiar en Sabiñánigo (Huesca), en la que vivían también dos primas de Naiara y el presunto autor del crimen, se desarrollaba en todo momento con normalidad, y que la niña sólo se quejaba del «maltrato» que recibía en el colegio por parte de sus compañeros. Respecto a la violenta actuación de su hijo, que provocó la tortura y muerte de la niña, la abuelastra la ha atribuido a un repentino «ataque de locura»que no podía explicar.

El padrastro de la niña, por su parte, insistió en que Naiara se encontraba bien en casa de la abuelastra, en la que vivía temporalmente en el verano de 2017 mientras su madre, Mariela, trabajaba toda la semana en régimen interno en un hotel de Bielsa. Explicó que la menor, que le llamaba «papá», no se quejaba de castigos en el domicilio y que sólo en una ocasión en la que supo que había recibido una «zurra», tuvo una discusión con sus familiares para pedirles que no se volviera a repetir.

En su declaración comentó que la niña, sin embargo, sufría por el acoso al que era sometida en la escuela, y que se negaba a hacer los deberes.