La lucha de los vecinos de la avenida Cataluña por dignificar esta artería ha dado sus resultados. La cesión al ayuntamiento por parte del Ministerio de Fomento colma una reivindicación histórica. «Por fin» y «ya era hora» son las frases que más replican los viandantes que ayer paseaban por esta denostada vía urbana. La satisfacción, sin embargo, es a medias por el dinero presupuestado en los últimos años para la reforma que no se ha ejecutado, lo que hace que cunda el escepticismo sobre si la ansiada remodelación de esta antigua carretera nacional será pronto una realidad.

«¡Aleluya! Ahora a ver si arraglan bien la calles y se dejan de hacer parches», señala Raquel Fuentes, que vive desde hace diez años en una de las urbanizaciones más nuevas de la avenida. «Esta calle tiene muchas posibilidades pero hasta ahora no se le ha sabido sacar provecho», apunta. Eso sí, reconoce que la situación ha cambiado a mejor en el tiempo que lleva aquí residiendo en cuanto a salubridad y seguridad. «Al menos ya no hay chabolismo», comenta.

«En esta zona hemos estado desde siempre dejados de la mano de Dios, muy abandonados», señala Bienvenido Marco, un jubilado que lleva 40 años siendo vecino de este entorno urbano. «Me compre la casa en la calle Río Martín y de aquí no me he movido», apunta mientras hace su paseo matutino de todos los días. «Lo que han arreglado hay que reconocer que lo están dejando muy bien. Ahora da gusto pasear por algunos tramos, pero falta que adecenten toda la avenida. A ver si esta vez», explica.

Dos millones esfumados

La manera en cómo se ha hecho el traspaso de Fomento no convence a todos. Es el caso de Jesús Fon, un activista de primera línea en favor de la reconversión de la vía, que se muestra disconforme con algunas actuaciones. «Hay elementos que han sido extraños y con los que no estoy de acuerdo», afirma. Por este motivo, decidió abandonar hace un mes la Asociación de Vecinos Ríos de Aragón-Avenida Cataluña, de la que era vicepresidente.

Aunque reconoce la «valentía y decisión» del gobierno de Zaragoza en Común para «conseguir la cesión y primar el interés de los vecinos antes que otros», lamenta la «oportunidad perdida» en esta legislatura para materializar la remodelación. Asegura que se ha dejado escapar algo más de dos millones de euros que estaban ya presupuestados para este fin, de los que 1,1 millones corresponden a las cuentas municipales del los ejercicios 2017 y 2018. El otro millón que se ha esfumado formaba parte de los Presupuestos Generales del Estado del pasado año gracias a una enmienda del PAR en el Senado, algo de lo que culpa al consistorio por no haber reclamado esos fondos. «Es un dinero que han perdido los zaragozanos. Lo ocurrido no tiene explicación y no valen excusas», arguye. «Ahora todo queda al albur del interés que el próximo ayuntamiento tenga», añade.

Las últimas obras llevadas a cabo por Fomento en el tramo más próximo al puente que cruza el Río Gallego tampoco gustan a muchos. «Es un lavado de cara que no se rige por el proyecto de reforma diseñado en el 2012. Ni siquiera han puesto carril bici», opina Fon. «Hay algunos fallos», señala Francisco Garrido Galeano, otro veterano vecino de la zona, que señala un paso de cebra donde se forman grandes charcos. «Tenían que haber puesto una rejilla. Cuando llueve se hace una balsa enorme y, si pasa el autobús, te pone chipiao», se queja.

Regina, que trabaja de camarera en el último bar que hay al final de la avenida, lamenta que las obras han suprimido plazas para aparcar. «Se está notando en el negocio. Ahora para menos gente y han bajado las ventas», afirma esta joven, que vive también en esta vía. Nunca llueva a gusto de todos.