El magnetismo que ha generado Aragón en los últimos años para captar de inversiones empresariales se mantiene activo a pesar de la pandemia. Aunque el coronavirus ha supuesto una pesada losa para la economía, la agenda autonómica de proyectos se ha seguido engrosando, con el plus de que ha sumado al abanico de sectores pujantes con que contaba --formado por la logística, las energías renovables, el automóvil o el porcino-- a la industria médica y farmacéutica, un campo hasta yerno en el territorio del que están brotando prometedoras iniciativas. Las grandes implantaciones previstas antes de la crisis sanitaria, como los centros de datos de Amazon Web Services (AWS) o el complejo agroalimentario de BonÁrea en Épila, continúan su curso sin alteraciones. Por si fuera poco, desde la DGA aseguran que van a continuar llegando noticias positivas del capital privado, algo clave para curar las heridas que ha dejado la crisis del coronavirus en el empleo y las pymes.

El anuncio de la nueva planta del gigante Becton Dickinson en Zaragoza, que prevé generar 600 empleos en diez años con una inyección económica de 165 millones de euros, ha supuesto nuevo chute de optimismo en un momento de pesadumbre social y de máxima dificultad para gran parte del tejido productivo aragonés. Con ello, la comunidad se suma un nuevo tanto inversor en la floreciente industria sanitaria, tras el que llegó hace un mes de la empresa local CerTest Biotec, que va instalar una fábrica de vacunas en San Mateo de Gallego.

El presidente Javier Lambán, puso ayer en perspectiva estos grandes titulares, de los que los aragoneses, dijo, pueden «sacar pecho y atribuirse colectivamente el mérito». «Vamos a seguir anunciado inversiones muy potentes», aseguró en una visita a Calamocha, donde dio a conocer que en septiembre comenzarán las obras del macromatadero porcino de la multinacional alemana Tönnies, que invertirá 75 millones de euros y creará mil puestos de trabajo.

Estos proyectos que llegan, en buena parte, porque «Aragón es visto en este momento internacionalmente como un lugar muy interesante para invertir. La paz social, la estabilidad política y el clima de acuerdo son muy valorados por los inversores y están dando muy buenos resultados», incidió.

Otra de las claves del éxito es, según Lambán, que las empresas «se encuentran una alfombra roja en todas las instituciones», tanto en el Ejecutivo autonómico como en los ayuntamientos. «Todo el mundo está a la altura de las circunstancias», afirmó al referirse a los gobiernos, los empresarios, los agentes sociales y los alcaldes. En este punto, aplaudió la gestión del regidor de Zaragoza, Jorge Azcón, con Becton Dickinson.

El papel de Aragón Exterior

Buena parte de las inversiones que llegan son canalizadas y propiciadas por Aragón Exterior (Arex), la empresa pública de la DGA dedicada a la internacionalización y a la atracción de proyectos. «Hay más empresas que se están fijando en Aragón», corroboró ayer Ramón Tejedor, director-gerente de esta entidad. En su opinión, la comunidad cuenta con «muchos activos» que hacen que sea un territorio «atractivo» para los inversores extranjeros. «Sin duda somos un hub logístico e industrial líder en Europa», afirmó, además de disponer en estos momentos de «una coyuntura económica mejor» que la del conjunto de España.

Tejedor consideró que Aragón está logrando sacar cada vez más partido a la «extraordinaria» ubicación geoestratégica que ostenta en el sureste europeo, con 20 millones de habitantes y el 70% del PIB nacional a un radio de 300 kilómetros. A esto sumó otras fortalezas como el «talento» en formación universitaria, la potente red de centros de investigación, el ecosistema de los clúster o la pujanza de los aeropuertos de Zaragoza —el segundo de España en mercancías— y el Teruel.

Pero todo no es de color de rosa. Aragón también ha sufrido importantes pérdidas en los últimos tiempos. Una de las más graves fue el cierre hace un año de la histórica fábrica de Schindler en Zaragoza debido a una deslocalización a Eslovaquia, que dejó en la calle a más de 100 personas. Otros 180 fueron despedidos hace cinco meses en la fundición Alumalsa y a finales del 2019 se clausuró la planta de Future Pipe de Ejea.

Andorra y el Aranda

Hay otras heridas abiertas. Andorra sigue digiriendo el fin de la industria del carbón tras el cierre de la térmica de Endesa el pasado verano. Está a la espera de que se ponga en marcha el convenio de transición justa con el Gobierno central, que pretende encauzar las ayudas y proyectos para la reactivación económica de la zona, se han proyectado millonarias inversiones en renovables. Anhelan la llegada de una gran fábrica que supla el vacío dejado por las minas y la central. Esa misma esperanza tiene en la comarca del Aranda, que ha caído a los últimos puestos en términos de riqueza tras el hundimiento del monocultivo del calzado, que sigue sin encontrar su suelo.