No saberse la lección escolar le costó la vida a la pequeña Naiara, de 8 años. Fue el 6 de julio del 2017 en la localidad oscense de Sabiñánigo. El responsable de su muerte, el tío de la menor, Iván Pardo Pena, afronta ahora una condena de prisión permanente revisable.

Es la solicitud que ayer presentó, a través del escrito de conclusiones provisionales, la Fiscalía Provincial de Huesca. En el mismo se considera que Pardo Pena debe sentarse en el banquillo como supuesto autor de un delito de asesinato con alevosía, ensañamiento y vulnerabilidad de la víctima. Además, no podrá acercarse a los padres de la niña a una distancia inferior de 500 metros ni residir en Sabiñánigo durante 10 años.

Pero la representante del ministerio público también solicita una pena de 3 años de prisión para la abuelastra de la menor, Nieves Pena Corbelle, y para el padrastro, Carlos José Pardo Pena, el delito de violencia psíquica y física habitual en el ámbito familiar. Unas condenas que incluyen la inhabilitación para ejercer la patria potestad, tutela, guarda o acogimiento.

En un duro relato de hechos, la fiscala María Ángeles Hernández relata que el padrastro de Naiara envió, el 24 de junio del 2017, a la menor a este domicilio con el pretexto de incentivar su interés en el estudio; de manera que salió del núcleo familiar formado por su madre Mariela, por él y por sus hermanas de 5 y 2 años.

SENTADA SOBRE ORTIGAS

Ya ese mismo día y hasta el 6 de julio, según la acusación pública, Iván Pardo y Nieves Pena maltrataron «de forma violenta y psicológica a la niña Naiara». «Durante ese tiempo de convivencia, los acusados obligaron a la niña de 8 años a arrodillarse sobre materiales tales como grava u ortigas, como castigo por conductas infantiles propias de la edad de la niña, infligiéndole un dolor inhumano y desproporcionado», resalta.

Pero no fue el único castigo. Supuestamente, la abuelastra y el tío de la niña, propinaron a Naiara golpes con el puño cerrado en brazos, piernas, espalda y cabeza. «Se burlaban continuamente de ella delante de otros miembros del núcleo familiar, colocándole orejas de burro sobre su cabeza, mientras era grabada en vídeo a través de terminales telefónicos difundidos a otros miembros del núcleo de convivencia o amigos próximos, creando una sensación de angustia y temor hacia ellos», apostilla la fiscala.

LO SABÍA

La representante del ministerio público insiste en que de todo ello era conocedor el padastro de Naiara. El 6 de julio del 2017 Ivan Pardo forzó a la niña a permanecer de rodillas sobre piedras de grava y utilizó técnicas de inmovilización, atándola de pies y manos con grilletes y con una cuerda. También le puso un calcetín en la boca y con máximo celo y precisión se lo sujetó con un cinturón, impidiendo a la niña pedir auxilio. Después la golpeó en la cabeza, de forma alternativa con puños y botas con puntera de acero y efectuó descargas eléctricas por todo el cuerpo de la niña, con una raqueta electrificada, manipulada por el acusado con el fin de torturar e infringir mayor dolor, provocándole atroces quemaduras por todo el cuerpo. El acusado, presuntamente, continuó el tormento sobre la niña golpeando en repetidas ocasiones la cabeza de la niña contra una mesa. Como consecuencia de todo ello, la menor estuvo inconsciente durante dos horas sin recibir ningún tipo de ayuda. Fue trasladada con urgencia al hospital Miguel Servet de Zaragoza donde los sanitarios solo pudieron certificar su muerte.