El camino Alto espera a las puertas de la carretera de Barcelona, enfrente de uno de los accesos al polígono de Malpica. Luce desmejorado, con algunos escorchones y carente de iluminación. Es una de las sendas que llevan a la urbanización de El Lugarico y hay algunas pocas fincas en los alrededores, dispersas. En una de ellas, una antigua granja, viven desde hace décadas Pilar Gil y su marido. Ella, de 76 años, y el, de 82, sufren varios achaques de salud. A Pilar, en silla de ruedas, la recoge casi todos los días una ambulancia que la lleva a Zaragoza para su rehabilitación. Todo se ha vuelto más complicado para ellos desde que este camino Alto amaneciera cortado por un socavón y unas vallas del ayuntamiento, más o menos al mismo tiempo que la avería que afectó a una tubería y que dejó sin agua al polígono y varias localidades, a finales de enero.

Esto dejó las posibilidades de acceso reducidas a un rodeo que solo los lugareños conocen bien. «Las ambulancias no encuentran mi casa», lamenta la mujer, que ve cómo pasan las semanas y la reparación no avanza. Aunque no están totalmente incomunicados, su situación no es halagüeña. «A las 7.30 se tiene que levantar mi marido para indicar a las ambulancias. Hay que salir a buscarlas», relata la mujer.

SIN PISCINA

El hombre, operado del corazón, de la próstata y de la cabeza, realiza esta tarea, pues, casi todos los días. «¿A quién le repercute? a la enferma y a los conductores, que acaban más cabreados que un mono», puesto que alguna vez se han perdido entre caminos. «He llegado tarde a actividades como la piscina», añade.

Además de esta situación, entra otra en juego de mayor importancia. «En caso de urgencia, ¿por dónde entran? ¿quién indica? porque tiene 82 años -su marido- y problemas de salud», recuerda Pilar. Todo, unido a que la actual vía alternativa se puede volver «intransitable» si llueve, aislando por completo a la pareja, como explica su hijo Armando. «Hemos estado muchos años pidiendo servicios públicos. Que no sea solo pagar. No nos han hecho caso nunca», reclama. Al respecto, Pilar describe el camino ahora cortado y su situación: «Da gusto verlo. No tenemos luz, no tenemos agua, no tenemos vertidos...». Según cuenta, en la obra no han estado trabajando. «La secretaria del alcalde me dijo que están esperando un permiso», explica. «Si el alcalde lo tuviera en su puerta, trabajarían mañana, tarde y noche para arreglarlo», recalca, disgustada. «Ayuntamiento, paso lento», concluye.

El camino Alto, realmente, es una vía particular que, no obstante, da servicio a multitud de usuarios. «Cuando le pides algo al ayuntamiento, al que pagas impuestos, te dicen que es un camino de herederos. Pero este camino lo utiliza todo el mundo y lo han cortado los del ayuntamiento», destaca su hijo. Así, relata que desde que cerraron la salida del Lugarico, hace unos años, «esto parecía una autopista». «Podrían poner unas placas, que además no están trabajando», sugiere para solucionar provisionalmente el problema.

Desde el área de Urbanismo han prometido atender esta situación y ponerse manos a la obra para resolverla, aunque no precisaron plazos ni actuaciones concretas. Por el momento, Pilar y su marido aguardan, más allá del socavón y las vallas.