La confirmación del cierre de la central térmica de Andorra y la gestión de la transición económica en la zona, tan denostada por los partidos de la oposición en las Cortes de Aragón, en especial por el PP, no ha pasado excesiva factura al PSOE en las dos comarcas más directamente afectadas por el problema, Cuencas Mineras y Andorra-Sierra de Arcos. Es cierto que los socialistas pierden una alcaldía por número en esta última, pero también ganan la capital, que arrebatan a Izquierda Unida.

Concretamente, en Cuencas Mineras, y dejando aparte los consistorios cuya gobernabilidad está en entredicho, sin alianzas claras -se tendrán que constituir el 15 de junio-, el PSOE gana dos ayuntamientos que no tenía (Alcaine, antes en manos del PAR, y Segura de los Baños, que era de Compromiso por Aragón) y le arrebatan otros tantos, Hinojosa de Jarque (que se lleva el PP) y Palomar de Arroyos, en el que gana Ciudadanos.

La formación naranja, que absorvió a Compromiso, se queda también igual en números globales, considerando la herencia de Compromiso, al ganar dos alcaldías y perder otras tantas, lo mismo que le sucede al PAR y a CHA, que ganan y pierden un consistorio. El único que presenta balance positivo, aunque escaso, es el PP, que gana Hinojosa de Jarque.

Al final, con los cambios, el PSOE sigue siendo el que mayor implantación numérica tiene en la zona, con 9 ayuntamientos, seguido de los 7 del PP, 6 del PAR, 5 de Ciudadanos y 1 de CHA, a falta de lo que deparen las negociaciones poselectorales antes de la constitución de los ayuntamientos en dos semanas.

Algo similar ocurre en Andorra. Numéricamente sí que pierden presencia, al dejar las alcaldías de Alacón y Ejulve, que gana el PP. Sin embargo, los socialistas ganan la alcaldía de Andorra, lo que a priori basta para enjugar la pérdida de estos dos consistorios. Además, siguen manteniendo cuatro en su poder, el doble que PP y PAR, mientras Ciudadanos conserva Gargallo, antes como Compromiso.

En definitiva, las zonas que antes o ahora han dependido del carbón y la central andorrana no parecen haber castigado en exceso la supuesta mala gestión de la transición y el cierre. También es cierto que el votante tenía una amplia gama de críticas políticas entre las que elegir, pues si el PP, principalmente, atacaba a los socialistas por no haber hecho nada por conservar abierta la central, agarrándose a las palabras de la ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, el PSOE a su vez reprochaba a los populares no haber defendido el carbón y un alargamiento de plazos en Europa, cuando todavía había margen de maniobra.

El propio presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, criticó al Gobierno de Sánchez por la excesiva prisa en acometer el cierre, que finalmente será el año que viene. Pero ha intentado en los últimos meses destacar las empresas que han ido llegando, o lo harán, para compensar el empleo perdido, y la elevación de aguas en Andorra, que por cierto aún no se ha ejecutado.