En el año 154 antes de Cristo, el Imperio Romano declaró la guerra a Segeda, la capital de los Belos. Tal era la amenaza que suponía para Roma el crecimiento y la independencia de este pueblo celtíbero, que el Imperio se vio obligado a adelantar la fecha de elección de los cónsules del Idus de marzo al 1 de enero, dando lugar al calendario actual.

Mara rememoró ayer este acontecimiento, así como la batalla con la que el Imperio Romano arrasó la ciudad de Segeda, una completa desconocida para la historia hasta hace unos años. Curiosamente, aunque la celebración estaba prevista para el 13 de marzo, los atentados terroristas de Madrid obligaron entonces a aplazar los actos festivos.

Celtíberos y romanos se mezclaron ayer con el público en una jornada repleta de juegos y de disfraces, ahora festivos aunque se refieran a hechos sangrientos como los de cualquier guerra. Entre otros actos, se escenificaron las circunstancias históricas que llevaron a la declaración de la guerra de Roma a Segeda y el consiguiente cambio del calendario.

El pasado celtíbero

Junto a las actividades centrales, Mara se convirtió por un día en un pueblo celtíbero, el municipio volvió a poner en circulación el sistema monetario de la época, formada por ases, semis y quadrans, que fueron también imprescindibles para realizar todo tipo de compras.

Los niños pudieron reconocer también el signario celtibérico y transcribir su nombre, así como dibujar a los personajes, que vestidos de romanos y celtíberos, sitiaron la localidad.

Las tradiciones celtíberas llegaron hasta la cocina, y el medio millar de visitantes que recorrió la localidad pudo disfrutar de un nuevo plato que se incorporó en los idus de marzo, el capodanno con borrajas, que tomaban los guerreros antes de iniciar la guerra.

Durante la tarde, la nieve obligó a trasladar los actos festivos al pabellón polideportivo. Allí se representó un combate singular que enfrentó a dos aguerridos celtíberos segedenses para decidir si seguían ofreciendo su apoyo a Roma o por si lo contrario decidían retar al imperio, lo que finalmente supuso su desaparición del mapa.

Sin embargo, el arrojo de este pueblo quedó relegado a la sombra de la historia. Dos milenios después, gracias a las excavaciones que está dirigiendo el profesor Francisco Burillo en el yacimiento de Segeda, se están descubriendo algunas claves que corroboran la importancia que tuvo la capital de los Belos en aquella época, en la línea de otros asentamientos más conocidos como Numancia.