Volaron las críticas desde la Ibérica hacia el sur, casi tan coordinadas como la desorganización que pregonaban desde muchas localidades turolenses y zaragozanas. En muchos pueblos entienden la magnitud del temporal, incluso la necesidad de ser los primeros en coger la pala, pero no les convence la respuesta que se ha dado desde las instituciones. La sensación más repetida se resume en «abandonados», palabra de coincidencia en tantos municipios. Más aragonés sería tarde y mal, que viene a significar lo mismo pero más exacto.

«Esperábamos la ayuda, pero no la recibimos. Tampoco queremos quejarnos, que luego nos llaman insolidarios, pero se nos ha hundido la techumbre del pabellón y la carpa donde está el bar, ahora a ver qué hacemos. Es cierto que los pueblos los tenemos que limpiar nosotros, pero el acceso por la carretera nacional está muy mal y a eso deberían ayudar. Se pasan muchos nervios, es muy duro», dice Carmen Monter, alcaldesa de San Martín del Río.

Va otro. «Nos hemos sentido abandonados por completo», relata una de las vecinas de Alacón, un municipio de la comarca de Andorra que ha pasado la semana incomunicado, sin médico, sin colegio, sin teléfono, sin luz a ratos, incluso sin calefacción.

En Beceite, un vecino indignado hablaba de «dejadez institucional, energética y telefónica durante estos días». «Hasta una cabra salvaje agonizó durante varias horas en una de las calles del pueblo sin que pudiéramos avisar a nadie porque hemos estado tres días sin cobertura telefónica». Al final, dos Agentes de Protección de la Naturaleza del Gobierno de Aragón se hicieron cargo del animal. «También hemos estado un día entero sin luz, otro día sin agua corriente por roturas en la red de abastecimiento, inundaciones en viviendas, desplomes de tejados... El ayuntamiento ha limpiado las calles tarde y mal».

Más de lo mismo en Villarroya del Campo, desde donde se denunció mediante un comunicado «la falta de coordinación entre instituciones», que provocó que no llegara un auxilio eficaz cuando había que trasladar a un niño al hospital Miguel Servet de Zaragoza. José Carlos Franco, su alcalde, explica que «entre los vecinos había malestar porque hubiera máquinas quitanieves paradas en Daroca mientras Villarroya y otros pueblos del entorno seguían incomunicados».

El alcalde de Utrillas, Joaquín Moreno, habla bien alto: «No podemos atender con una brigada un municipio de 3.000 habitantes con la nieve que ha caído», dice antes de preguntarse «quién ha ayudado en otros pueblos». «Hemos echado en falta totalmente a las instituciones», afirma, en alusión al Gobierno de Aragón, la Diputación Provincial de Teruel (DPT) y la Comarca de Cuencas Mineras, para terminar añadiendo que «sabíamos que la provincia está así, pero había avisos y estamos en el siglo XXI, no en el XIX, cuando la gente se quedaba en casa y no había vida».