Una denuncia presentada en la Comisaría de Calatayud hace más de un año por una supuesta estafa online dio lugar a una investigación que ha desarticulado una red formada por 45 personas que habían obtenido fraudulentamente 900.000 euros tras engañar a 2.400 usuarios de toda España. El denunciante afirmó ante la Policía que había comprado un producto electrónico por internet y que este nunca llegó a su domicilio.

Desde hace año y medio actuaba esta importante y compleja red experta en cometer estafas masivas por internet mediante 39 páginas web fraudulentas que se dedicaban a la venta de productos electrónicos. Hasta el momento, han sido detenidas 45 personas: 30 en la provincia de Madrid, 12 en Alicante, una en Sevilla, otra en Albacete y la última en Barcelona.

Entre los arrestados se encuentran los líderes de la organización, una pareja de jóvenes de 25 años, sin antecedentes penales y sin una formación académica especialmente elevada. Además, se han identificado 286 cuentas bancarias empleadas para canalizar el dinero estafado y bloqueado las 39 web fraudulentas.

Los investigadores detectaron que esa web, aunque de apariencia legal y muy similar a otra, era una tapadera. Con este hilo y tras cruzar denuncias de este tipo, la Unidad de Ciberdelincuencia ató muchos cabos, como que la red había iniciado su actividad delictiva en foros de compraventa entre particulares que les llevaban a enviar una foto de su DNI con la falsa creencia de que esa transacción era más fiable.

PRODUCTOS CAROS / De esta forma, los detenidos se hacían con documentos que podían servirles para abrir cuentas o, incluso, para suplantar su identidad. Así, si eran denunciados, apuntaban al nombre de ese DNI. Esta forma de actuar les permitió dar el salto a mayores beneficios con la creación de páginas fraudulentas de artículos de telefonía e informática a precios sensiblemente más baratos que los del mercado legal. Una de estas web bloqueadas llegó a reportarles en apenas cinco días 35.000 euros. La mayoría de webs ofertaban productos que son demandados en cualquier momento del año, pero la organización también aprovechaba oportunidades que surgían, como la estafa en la reventa de entradas de partidos de fútbol o, en verano, la venta fraudulenta de aparatos de aire acondicionado.

Tampoco acababan aquí sus procedimientos. El tercero y más perfeccionado era volver a estafar a los supuestos clientes de las webs, de quienes ya tenían sus datos personales. Una vez identificaban los bancos de sus víctimas, les llamaban simulando ser empleados de la entidad para alertarles de que tenían un pago sospechoso por la compra de un producto electrónico que podían recuperar si le proporcionaba su clave de acceso. La víctima caía en el nuevo engaño porque efectivamente no había recibido su compra. Lo que no sabía es que al dejar en manos de su interlocutor su contraseña, la red contrataba en tiempo real créditos inmediatos por importes de más de 15.000 euros o trasferir fondos a terceras cuentas.