La operación antidroga iniciada la pasada semana en Zaragoza se ha saldado con la desarticulación de cinco narcopisos en la capital aragonesa. Como adelantó EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, ocho personas (cuatro varones y cuatro mujeres) fueron arrestadas como presuntas autoras de los delitos de pertenencia a grupo criminal, falsedad documental y tráfico de drogas. En concreto, las viviendas se situaban en la avenida de Navarra, avenida de Goya, calle Arias, calle Roger de Flor y Anselmo Clavé.

Los ocho detenidos en la denominada operación "Comandante", de nacionalidades dominicana y rumana, conformaban un grupo criminal organizado dedicado a la falsificación de documentos oficiales de viaje y al tráfico de sustancias estupefacientes. Cuatro de los arrestados pertenecen a la misma familia -el padre, dos hijos y la hermana del primero-, siendo el “pater familia” el verdadero líder del núcleo delictivo. Todos los arrestados -defendidos por la abogada Carmen Sánchez Herrero- fueron puestos en libertad provisional a finales de la semana pasada,

Tal y como informa hoy la Jefatura Superior de Policía de Aragón, los investigados habían llegado a España utilizando visados falsos en los que aparecía el sello de la embajada de Suiza en República Dominicana, pudiendo comprobarse posteriormente que los números se correspondían con originales concedidos a ciudadanos de la República Popular China que los habrían obtenido de forma lícita.

Una vez en España, habían conseguido regular su situación administrativa en virtud de la constitución de parejas de hecho de forma fraudulenta. Avanzada la investigación, la Policía logra determinarse que no sólo habían accedido a nuestro país de forma irregular los miembros del núcleo familiar, sino que habían constituido un grupo criminal dedicado a favorecer la llegada de otras personas de forma ilegal, obteniendo con ellos unos considerables beneficios económicos.

Así, otra vía de llegada a España era a través de Turquía. Hasta ese país financiaban el viaje en avión de personas de su misma nacionalidad que querían llegar a España, y que posteriormente cruzaban clandestinamente el río Evros en su frontera con Grecia para, una vez en territorio de la Unión Europea, llegar a territorio español en viajes organizados en furgonetas de alquiler.

OBJETIVO: VENTA DE DROGAS

Las personas que accedían a España de esta forma adquirían una deuda con el grupo criminal que posteriormente liquidaban realizando servicios de “mula” (transporte) para proveer de cocaína a los cabecillas desde otras ciudades de la geografía nacional.

Una vez determinados los puntos de venta de droga, así como los lugares en los que residían todos los investigados y los vehículos utilizados para el transporte de la cocaína, con la correspondiente autorización judicial, se procede a la entrada y registro de seis domicilios, y se practica la detención de los ocho investigados, la incautación de más de 14.000 euros, una decena de pasaportes con visados falsos, documentación para constituir parejas de hecho de forma irregular, unos 80 gramos de cocaína, sustancia de “corte”, munición de pistola, joyas de procedencia ilícita, básculas de precisión, anotaciones varias relativas a la falsedad documental y al tráfico de drogas y una motocicleta y dos vehículos con compartimentos ocultos en los que esconder la cocaína ("caletas"); uno de ellos muy sofisticado y al que sólo se podía acceder tras accionar un botón oculto en la tapicería del asiento delantero que abría ese mismo asiento.

En el interior de este habitáculo es donde se encontraron 7.800 euros, una báscula de precisión y varios gramos de cocaína. Ninguno de los miembros del grupo criminal ha desarrollado en España trabajo alguno que no sea el dedicado a su actividad criminal, dándose la paradoja de que alguno de ellos lleva más de cuatro años en nuestro país.

De la observación detallada del interior de todas las viviendas objetos de entrada y registro se podía inferir el alto nivel de vida que llevaban los investigados, disponiendo de todo tipo de elementos informáticos, audiovisuales y electrónicos, incluso una pantalla de televisión de 146 pulgadas, valorada en más de 15.000 euros.