El joven de 28 años que se entregó voluntariamente a la Policía Nacional tras enterarse que le buscaban por la muerte de un zaragozano con el que se había peleado tiene varios antecedentes policiales. El último arresto fue hace un mes cuando un menor extranjero no acompañado (mena) le identificó como uno de los siete individuos que le acorralaron y hundieron el cráneo de una paliza. Una jueza le dejó en libertad, después de que este hombre, identificado como L. J. R. H. asegurara que él no había sido y que todo era una venganza porque «en varias ocasiones se había enfrentado a ellos por su mal comportamiento» y por los robos que cometían en las inmediaciones del centro de acogida en el que vivían junto a otros jóvenes en el Actur.

Ayer pasó a disposición del Juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza, cuyo titular también decretó su libertad provisional como supuesto autor de un delito de homicidio imprudente. El informe de los sanitarios del 061 en el que estos hicieron constar que la víctima, Valentín Matilla, de 53 años, había rechazado la asistencia fue relevante. El diagnóstico a tiempo del traumatismo craneal que sufrió pudo haber evitado su fallecimiento un día después.

También fue importante su declaración en sede judicial asistido por su abogado defensor, José Cabrejas. Aseguró que en ningún momento le pegó un puñetazo a la víctima, sino que fue un empujón lo que le hizo caer al suelo y darse en la cabeza.

RELATO

L. J. R. H. recordó al magistrado Rafael Lasala que eran las 21.30 horas del 22 de diciembre cuando estaba con su familia en la terraza de la cervecería Capricho exterior porque estaban celebrando que les habían dado la noticia de que iban a ser padres. «Vi que una persona le faltaba el respeto a otra, que es discapacitada, e incluso le tiró un botellín de cerveza», señaló, mientras destacó que en ese momento tanto él como más gente le dijeron que «lo dejara en paz».

La respuesta de Valentín, según el imputado, fue la de «gritar a todo el mundo, se quitó la chaqueta y les dijo que le daba igual ocho que 80». «Fue agarrado por bastante gente», apostilló.

Tras ese primer incidente Valentín se tranquilizó, aunque «volvió a alterarse poco a poco». «Cogió botellines, amenazando a todo el mundo, mientras decía que estaba más loco que nadie», recordó.

Entonces «vino hacia mi mesa, retiré a mis hijos de allí, llegándose a caer sobre el carro de sus hijos». «Aparté a mi mujer, que está embarazada y le di un empujón en el pecho para proteger a mi familia y cayó sobre el suelo», aseguró.

Preguntado sobre si le había dado algún puñetazo, tal y como señalan unas amigas de la víctima, este joven insistió en que no, «que solo quería quitárselo de encima». «Inmediatamente dije que había que llamar a una ambulancia, siendo mi mujer y mi cuñado quienes le sentaron en una silla de la terraza y hasta le dieron agua», detalló. Fue al llegar la ambulancia cuando se fueron del lugar, sin que todavía hubiera llegado la Policía. Quiso recalcar que ya no supo lo que pudiera haberle pasado a este hombre posteriormente.

La Fiscalía solicitó la prisión provisional para asegurar la instrucción, si bien el magistrado lo rechazó, destacando que fue el abogado de la defensa el que ha presentado a la causa «hasta siete testigos de lo sucedido» y valora que fuera a la comisaría y se entregara, tal y como adelantó EL PERIÓDICO.

TESTIMONIO DEL COMPAÑERO DE PISO

Jorge, el compañero de piso de Valentín, fue quien encontró a la víctima ya cadáver. Fue cuando regresó de pasear al perro. Sobre las 09.45 horas del 23 de diciembre.

Este hombre explicó a la Policía Nacional que Valentín llegó a casa sobre las 22.55 horas. Dos mujeres le acercaron al domicilio y llamaron al interfono para que abriera porque «se encontraba en un estado de embriaguez». Le llegaron a pedir que bajara al portal para subirlo al piso porque no podrían con él.

Ya en casa, una de estas mujeres le explicó que Valentín había tenido una pelea con unos hombres en un bar. «No respondía a ningún estímulo cuando le hablaban, no podía mantener el equilibrio y le acostamos en la cama», explicó.

Afirmó que durante la madrugada le oyó roncar «intensamente» hasta que sobre las 08.17 horas se fue a pasear al perro. Fue cuando regresó cuando le vio que había vomitado, llamando inmediatamente a la pareja de Valentín y a la ambulancia. «Un médico me indicó qué pasos seguir, pidiéndome que le pellizcara en el cuello, pero no respondía a nada», afirmó. Fue la UVI de los Bomberos de Zaragoza la que certificó el fallecimiento de este hombre de 53 años.

PARTE DEL 061

La autopsia realizada en el Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) concluyó que el cadáver presentaba un traumatismo craneoencefálico y hemorragia cerebral, siendo la causa de la muerte «de etiología violenta». Su cadáver fue encontrado el día 23, si bien fue asistido por los sanitarios del 061 el 22 de diciembre a las 22.22 horas. Estos hicieron constar en su parte de intervención: «Agresión: a nuestra llegada, sentado, ebrio vomitando, testigos declaran pérdida de conocimiento. Hematoma lateral derecho, sangre. No requiere traslado para valoración». Es acompañado por sus amigas a casa.