Andorra es, junto con Ejea de los Caballeros, una localidad sometida a la vuelta a la segunda fase de control de la pandemia, con un confinamiento denominado perimetral que limita las entradas y salidas del término municipal. Esta situación ha cogido a la localidad en un momento muy delicado, dado que debería estar avanzando el proceso para el desmantelamiento de su central térmica. Su cierre fue un duro golpe para los habitantes de la comarca y de las zonas limítrofes, pero al menos el proceso de desmontaje aseguraba puestos de trabajo durante unos años. Ahora, sin embargo, con una pandemia que tan pronto ataca como retrocede, la incertidumbre se ha adueñado de los andorranos. Su alcalde, Antonio Amador, quiere por ello mandarles un mensaje de calma y de esperanza.

¿Se esperaba el Ayuntamiento de Andorra que se prorrogara el confinamiento?

No descartábamos nada y era de esperar por los datos que se manejaban, la evolución de los positivos y la proporción que aún había, con 685 por cada 100.000 habitantes, unos números altos. Además, está el ejemplo de Ejea, que también se ha prorrogado una semana más. No estábamos convencidos de que se iba a prorrogar, pero tampoco es que nos haya sorprendido.

¿Cómo está la situación en Andorra? ¿Ha habido resistencia a una medida tan drástica entre la población?

La verdad es que los primeros días sorprendió la medida, pero pronto la gente se lo tomó bien. ¿Quejas? Puede haberlas, pero el problema está en que puedes estar haciendo todo muy bien durante mucho tiempo y, en un par de días, empezarse a descontrolar, que es lo que ha pasado un poco en Andorra. Somos una localidad con dos residencias, un centro tutelado de discapacitados, un centro de empleo de personas con discapacidad, un centro de mayores con mucha actividad, el 80% de los trabajadores locales se relaciona con los trabajadores de otras localidades y recibimos compradores de otras poblaciones… O sea, Andorra reunía todos los requisitos para ser una zona de alto riesgo. Y la verdad es que pasamos la pandemia bien, no fue una ciudad muy afectada, nos alcanzó de forma transversal, y cuando ha habido algún positivo en la residencia, se ha resuelto bien. Era algo que estaba ahí pero no marcaba nuestro día a día. Y de la noche al mañana pasamos de la tranquilidad a la inquietud. Pero el comportamiento de la gente es ejemplar, pese a unas infortunadas declaraciones de la presidenta de la comarca.

Entonces, desde su punto de vista, los vecinos han reaccionado bien.

A la enfermedad le ponemos rostros conocidos y eso hace que lo veas de otra forma. La gente quiere hacerlo bien para volver cuanto antes a la normalidad.

¿Cuáles son los sectores mas perjudicados por la crisis sanitaria que golpea a la ciudad?

El sector de la hostelería y los servicios son los paganos de esta situación, como ciudadanos y como profesionales. Están pasando por dificultades en una situación que se va a prolongar un poco más.

¿Va a establecer ayudas el ayuntamiento para los sectores más perjudicados?

El margen de actuación es bastante limitado, pero seguimos adelante de forma escrupulosa con las desinfecciones, la entrega de material de protección y el control de las visitas a los centros sensibles. Además se van a instalar barreras de hormigón para controlar más los accesos. Todo lo que está en nuestras manos lo estamos haciendo. En cuanto a los autónomos, creamos un programa, Reactiva, con unos 150.000 euros para autónomos y servicios. Asimismo había bonificaciones de hasta 1.000 euros de ayuda para actividades que habían tenido que cerrar. Eso para un ayuntamiento como el de Andorra son cifras importantes. Habrá además reducciones de impuestos para vehículos y el IBI en determinados casos. También tenemos en cuenta a la gente que ha perdido el empleo y está pasando dificultades, por lo que habrá un plan social con 400.000 euros. También se barajan bonos de consumo en los negocios locales. Tenemos un compromiso con nuestros comerciantes y nuestros servicios de restauración.

¿Se ha resentido también el sector industrial?

El confinamiento lo paralizó y luego empezó a recuperarse. Y ahora se han visto afectados los cursos de formación para el desmantelamiento de la central, la segunda tanda, que se han aplazado debido a la situación. Lo que pasa no está ayudando a Andorra y estamos teniendo mala suerte en ese sentido, de forma que lo único que podemos hacer es redoblar esfuerzos y trabajar todavía con más ahínco.

La situación era ya de por sí difícil, tras la prolongada crisis de la minería y el cierre de la central térmica y ahora lo es un poco más.

Efectivamente. La repercusión negativa ha sido aquí mayor que en otros lugares por el momento que atravesamos. Nosotros queremos autorizar el desmantelamiento cuando tengamos el suficiente personal de aquí bien formado para asumir las tareas del desmontaje. De hecho, Endesa coincide en que el desmantelamiento se tiene que hacer con personal de aquí. Es que la gente se fue al paro hace ya dos meses y medio y todos estos retrasos están impactando de forma muy negativa en la localidad…

La vida escolar ha tenido que verse afectada con todos estos vaivenes justo al comienzo del curso.

Ha habido una incidencia, se ha cerrado un aula del colegio especial Gloria Fuertes, que es una enseña de Andorra, de gran prestigio. Y también en el Juan Ramón Alegre, con un aula cerrada, y otro centro de enseñanza más.

Y ahora, ¿qué expectativas hay de futuro con una ciudad cerrada y una actividad que ha vuelto a reducirse de forma notable con el control de movimientos?

El éxito o el fracaso no va a depender del número de positivos que tengamos. Eso es algo que es cuestión de la organización que se tenga, y aquí es fundamental el papel del centro de salud de Andorra, que cuando empezó todo esto enseguida le dieron formación al personal de la residencia para saber cómo actuar ante los positivos. Eso ha permitido detectar y aislar casos, continuando el servicio normal. Y esto se trasladó al personal del ayuntamiento y de Cruz Roja y los centros de enseñanza, tanto el profesorado como a los alumnos el resto de la población. Hay que reconocer su labor y que hemos sido afortunados.

¿Cuál es su punto de vista personal sobre la situación?

Estamos en una guerra que vamos a ganar pero la victoria está en la mano de cada uno de nosotros. Es un momento de compromiso, civismo y solidaridad. Hay que estar a la altura de las circunstancias como sociedad. Me siento orgullo por el comportamiento ejemplar de vecinos y vecinas.