La oposición asegura que la polémica hidráulica ha vuelto a esconder la falta de ideas del segundo Gobierno de PSOE y PAR en Aragón. Y el Ejecutivo replica que eso no es cierto y que, en todo caso, conseguir que se haya derogado el macrotrasvase del Ebro es, en sí mismo, un gran proyecto. Lo que es verdad es que las elecciones y el agua han lastrado en gran medida la gestión, también la de la oposición, y que si bien se han sentado las bases de actuaciones prometedoras, los efectos no son visibles.

Hace un año y un día que el socialista Marcelino Iglesias fue elegido presidente aragonés. Era el primero que repetía en el cargo y lo hacía con el PAR, el socio con el que creó su primer Gobierno en 1999. El curso político que acaba de terminar ha sido el primero del nuevo Ejecutivo, pero también ha sido el quinto del equipo dirigido por Iglesias y el presidente del PAR, José Angel Biel.

Las elecciones autonómicas del 2003 ralentizaron el trabajo de los últimos meses del anterior Ejecutivo. Cuando se reinició la gestión, tras las vacaciones estivales, el trasvase se situó en primer plano, como pasó en el periodo 2000-2003. Esta vez, por el inminente inicio de obras (cuyas primeras --y últimas-- piedras se pusieron en febrero de este año).

Y las elecciones generales del pasado marzo tuvieron demasiado ocupados a los partidos políticos. En menor medida, también los recientes comicios europeos han trasladado el interés a listas y cargos en detrimento de la actividad ejecutiva.

El año ha sido triste . En mayo, surgió la primera crisis del equipo de Iglesias, que cesó a dos consejeros, el de Salud y la de Ciencia, para reubicarlos, aunque el primero, Alberto Larraz, sigue en el Gobierno.

PONER LADRILLOS El ejercicio 03-04 no se ha caracterizado por grandes o nuevos proyectos. Ni por el diseño de ideas innovadoras capaces de mover la compleja máquina social. Pero se han marcado las líneas de unas políticas que deberían provocar importantes avances.

Se ha activado la segunda fase de la Plataforma Logística de Zaragoza (Pla-Za), donde se ha puesto en marcha el parque de investigación y formación en logística. Y se han dado los primeros pasos para impulsar proyectos similares en Teruel (Platea), donde se va a construir un gran desguace de aviones, y en Fraga.

También se ha licitado ya la ampliación de Dinópolis, una apuesta con gran tirón turístico en una ciudad, Teruel, que está viviendo importantes cambios urbanísticos (como la transformación del paseo del Ovalo). En Walqa, el centro de atracción y desarrollo empresarial de nuevas tecnologías de Huesca, trabajan 200 licenciados superiores, que rubrican el empleo de calidad.

Aramón, el hólding aragonés de la nieve, amplía la estación de Formigal y se plantea nuevos proyectos para la de Cerler. Este ente ha despertado el interés de estaciones francesas y del Gobierno catalán.

Nuevas empresas públicas e institutos intentan desatascar el atasco administrativo de Medio Ambiente, aunque las fórmulas planteadas recibieron severas críticas de la oposición. Y hay cierta recuperación del tejido industrial, tras un año en que el crecimiento económico de la comunidad fue el mayor del país.

La industria agroalimentaria, llamada a ser clave en el desarrollo aragonés, no ha tenido éxitos claros, pero empieza a consolidarse. Y desde del departamento de Agricultura se ha dado un impulso destacable a la creación de regadíos en Bardenas II y se ha desbloqueado, por fin, la transformación de Monegros II.

Apenas se han sacado adelante cuatro proyectos de ley (aparte de los de presupuestos), aunque el de la vivienda de protección oficial sea especialmente importante. Se han licitado catorce parcelas en Valdespartera, en Zaragoza, para permitir que a finales de año estén en construcción más de 2.000 pisos (hay prometidos 14.000 en cuatro años).

La DGA quiere adjudicar antes de que acabe el año la primera autopista de peaje aragonesa (que unirá la N-II con la N-232), pero este tipo de proyectos es muy lento.

Ante las críticas de la oposición, uno de los argumentos clave del Gobierno aragonés es que la comunidad tiene ahora algo que nunca había tenido: estabilidad institucional. Un instrumento necesario para que los proyectos y la gestión no se vean interrumpidos por cambios de Ejecutivo cada cuatro años.

E insisten en que la derogación del trasvase, el 18 de junio, tras la llegada del PSOE al Gobierno central, está vinculada a la presión de la DGA. Acabar con esta obra ha sido un empeño personal de Iglesias, que incluso amenazó con dejar la Presidencia si su partido la apoyaba.