Fue un luchador que nunca permitió que su minusvalía física se convirtiera en una barrera. El fundador de Disminuidos Físicos de Aragón y presidente hasta hace unos meses, Eduardo Hernaz Gracia, falleció ayer por la tarde en Zaragoza a los 46 años de edad tras sufrir una deficiencia respiratoria fruto de una neumonía contraída tras una intervención quirúrgica. Hoy, sus más allegados le ofrecerán su último adiós en el velatorio número 8 del cementerio de Torrero. Mañana, sus restos serán incinerados, tal y como él deseó.

Hernaz, casado y con una hija, ingresó en el hospital Royo Villanova hace dos semanas para someterse a una operación de reducción de estómago. Todo parecía ir bien hasta que una neumonía empezó a agravar los problemas respiratorios que padecía desde hacía tiempo y le provocó la muerte.

La triste noticia causó una gran conmoción. Hernaz era un hombre muy conocido, "tremendamente luchador y que lo dio todo para que las personas disminuidas vivieran en condiciones de igualdad".

"Pensaba 25 horas al día en la asociación y no cesaba en su empeño por reivindicar mejoras. Todos los que le conocían saben que era muy valiente y emprendedor y que tenía claros sus objetivos".

Por eso, hace 27 años y con el único arma de su empeño personal --y el de dos o tres amigos-- logró poner en marcha Disminuidos Físicos de Aragón. Fue la fragua de un sueño que hoy comparten 15.000 socios y 750 empleados.

Hernaz nació con la polio en una época en la que no había medios para un niño discapacitado. Hace ocho años que tenía que servirse de una silla de ruedas para desplazarse. Pero, por mucho que le fallaran las piernas, siempre tuvo un arma magnífica para afrontar cualquier problema: su "fantástico humor". Porque, ante todo, Hernaz era un hombre "divertido", dj ocasional de joven, gran aficionado a la música de autor y un personaje "lleno de anécdotas". "Era una delicia escucharle hablar", decían.

Fue un pionero en la reivindicación de los derechos de los disminuidos. En 1978 realizó un viaje a Holanda haciendo autostop porque había oído que allí las condiciones de vida para los disminuidos físicos eran "mejores" que en España. Y quería tomar nota buena cuenta para plasmar esas diferencias en nuestro país. Estaba satisfecho porque, desde entonces, muchas cosas habían cambiado. Pero, como repetía en cada entrevista, "aún queda por hacer mucho más".