El grado de consciencia del Mamadou Dagne en el asesinato de su exmujer Rokhaya ha vuelto a ser el objeto de debate del juicio por este crimen machista ocurrido en Monzón en el 2018. Los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) y los psiquiatras han coincidido en afirmar que el procesado fue "consciente" en todo momento del crimen, aunque han diferido en el grado de responsabilidad a imputarle.

El forense Jaime Cobo ha rechazado como reales las "voces" que pedían al acusado que matara a su mujer porque le estaba engañando, y ha apuntado que fueron "instrumentalizadas para verbalizar como ajeno deseos propios". Para este facultativo, esas voces responden a sus deseos. "Las alucinaciones auditivas referidas son una forma de justificación del acusado ante unos hechos que comprendía como negativos, y no el síntoma de un brote psicótico que le hubiera impedido ser consciente de sus actos", ha recalcado.

A lo largo de su informe ha incidido en que un brote psicótico le hubiera impedido focalizar su ira sobre su compañera y habría supuesto un riesgo para sus dos hijos menores, hacia los cuales expresó "cierta culpa" por llevar a cabo los hechos ante ellos.

Frente a esta opinión facultativa estuvo la de su compañero del IMLA, Eduardo Cantón, ha admitido que no existe "base clara" para aceptar la veracidad de las supuestas voces aducidas por el acusado, aunque se ha mostrado convencido, en cualquier caso, de que "tenía capacidad de discernir la realidad". De ahí que se haya opuesto a las pretensiones de la abogada de la defensa de intentar rebajarle la responsabilidad penal por haber sufrido un supuesto brote psicótico, si bien ha resaltado la posibilidad de que su capacidad de autocontrol estuviera limitada por un trastorno obsesivo compulsivo en contra de su pareja, lo que supondría una "merma" de su imputabilidad en grado medio.

En su opinión, que se hubiera visto abocado a un matrimonio condicionado, le llevó a pensar de forma obsesiva en que había sido "engañado y manipulado" por la víctima, así como a sentir celos ante la posibilidad de que estuviera esperando un hijo de otra relación. "Sabía lo que estaba haciendo en el momento del crimen, si bien hubo un momento en que no pudo parar", ha resaltado.

El único perito que ha admitido la posibilidad de un brote psicótico y la veracidad de las voces ha sido el médico de atención primaria de Monzón que atendió al procesado horas después de ocurrir los hechos, aunque su diagnóstico ha sido rechazado por los especialistas.

AUTOPSIA

Durante la sesión, han comparecido os forenses que practicaron la autopsia a la víctima, cuyo cuerpo presentaba más de cien heridas de arma blanca, ninguna de autodefensa, por lo que han apuntado a que el ataque fue sorpresa. Uno de estos forenses ha apuntado a que la mujer recibió dos primeros golpes de cuchillo en cara y cuello, y que posteriormente sufrió otros en la espalda mientras trataba de alejarse de su agresor.

Tras la práctica de la prueba, la representante de la Fiscalía, la acusación particular y acción popular han mantenido su petición de 25 años de prisión para el acusado por un presunto delito de asesinato con las agravantes de parentesco y de género, así como una indemnización de medio millón de euros para los familiares de la víctima.

Por su parte, la representante de la defensa ha modificado sus conclusiones iniciales y ha solicitado para su cliente una condena de 5 años de prisión por un delito de homicidio con la eximente incompleta de alteración psíquica o, alternativamente, con la atenuante muy cualificada de obcecación.

La vista se reanudará este jueves con la deliberación del jurado popular para la elaboración de un veredicto en torno a los hechos.