Los habitantes de las tierras de los valles situados entre el Cinca y el Segre siempre vivieron como vecinos, a pesar de los numerosos cambios de dependencia administrativa que sus pueblos sufrieron desde finales del primer milenio. Las actuales fronteras autonómicas y provinciales de esa zona, que siguen los cursos del Noguera Ribagorzana y el barranco conocido como La Clamor Amarga y que fueron dibujadas por las Cortes de Aragón en el año 1300 por indicación de Jaime II --nieto del Conquistador--, nunca han supuesto un obstáculo para la convivencia. Y mucho menos, para la colaboración. Especialmente, con las cosas de comer.

Los ciudadanos y las empresas de ambos lados de la frontera, especialmente de las que baña el Ribagorzana, mantienen estrechos lazos comerciales y económicos en los que una eventual independencia tendría efectos aún imprevisibles pero que con toda seguridad alborotarían el día a día de una zona en la que se encuentran algunas de las áreas más prósperas del país, caso de la Litera Baja, en la que el desempleo se mantiene en niveles de paro técnico pese a la crisis.

Una de las claves de esa convivencia es el Canal de Aragón y Cataluña, que riega casi 100.000 hectáreas de Huesca y Lérida con un complejo sistema que lleva aguas del Ésera a la comunidad vecina y retrobombea las del Ribagorzana hasta cerca de Monzón. Se rige por una asamblea de más de cien comunidades locales y lo gobierna una junta en la que la representación de cada territorio --la zona alta es aragonesa y la zona baja mayoritariamente catalana-- es proporcional a su superficie regable.

La modificación de los límites estatales requeriría la creación de un organismo internacional para administrar el canal. Y ocurriría lo mismo con la propia gestión del río --hoy competencia de la Confederación Hidrográfica del Ebro-- y con el abastecimiento de agua a Lérida y su comarca.

La mancomunidad que gestiona ese servicio toma el agua de la presa de Santa Ana, ubicada en el municipio literano de Castillonroy. Allí nacen también el Canal de Enlace de Coll de Foix, que transporta el recurso para la zona suroeste del Segriá y una parte de Bajo Cinca, y el Canal de Piñana, que riega una de las principales zonas de producción frutera del país. Este sistema de riego fue una concesión de Ramón Berenguer IV, que tomó Lérida en el 1149 con una bula concedida por el Papa a la Corona de Aragón --ni al reino ni al Condado de Barcelona-- mientras su esposa, la reina Petronila, todavía no había alcanzado la pubertad.

El sector agroalimentario da fe de los vínculos que unen a esas tierras vecinas. Cooperativas de Albelda, Alcampell, Altorricón, Binéfar, Fraga y Tamarite integran junto con varias decenas radicadas en Lérida --llegan a 155 con otras de Navarra, La Rioja y Valencia-- ACTEL, una entidad de segundo grado que procesa anualmente más de 120.000 toneladas de fruta y que a su vez participa en la zumera Zufrisa, de Calatorao. La Hortofrutícola del Campo de Binaced forma parte, con tres socios leridanos, de Fruits de Ponent, que produce cada año más de 65 millones de kilos de fruta. Y deshidratadoras de Binéfar y de Selgua, que absorben buena parte del forraje que las comarcas nororientales de Aragón, forman junto con tres firmas catalanas y otra de Ejea Iberalfa, que comercializa anualmente 250.000 toneladas de género.

Los vínculos son también obvios en el sector ganadero, donde las grandes integradoras leridanas del porcino --Vall Companys, Guissona, Copaga o la Cooperativa de Ivars de Urgel, entre otras--, factorías como el matadero Fribín de Binéfar o gigantes como Agropienso operan a ambos lados de la frontera administrativa.

El simple traslado del género --animales y vegetales-- y de materiales como el pienso y los medicamentos a través de lo que hoy es un límite provincial y autonómico sufriría, en caso de pasar a serlo estatal, un gravamen de aranceles de obvias repercusiones en la economía de la zona.

Y también dificultaría el disfrute de la oferta de iniciativas culturales y turísticas como las que ofrecen catorce municipios de ambos lados a través de Ribagorza Románica.