El barrio zaragozano de Las Fuentes por fin tiene un plan de futuro. Una estrategia de desarrollo en la que atender todas o la mayoría de las notables carencias que le persiguen desde hace años, algunas de ellas de carácter estructural como la escasez de vivienda de nueva construcción o de estacionamiento en un distrito que acoge a una población excesivamente envejecida. Otras, como estrategias de movilidad orientada a la pacificación de calles, a la creación de bulevares comerciales o grandes manzanas peatonales, recorridos más seguros para que los escolares puedan ir a pie al colegio o una malla de carriles bici acorde a la de otros barrios.

Otras medidas apuestan por ir relanzando e implementando sus grandes iconos como la ampliación del parque Torre Ramona, hasta duplicar su superficie e integrar equipamientos y áreas de desarrollo colindantes. O la reconversión del tercer cinturón en una vía más urbana y permeable con otra gran zona verde (casi de la misma extensión que Torre Ramona) entre esta circunvalación y el puente del ferrocarril, cerrando así la orla este y dando acceso a la huerta. Y rescatar del olvido instalaciones como las de la antigua Giesa para transformarlas en un referente de carácter cultural y social con usos polivalentes y siguiendo el ejemplo de experiencias previas como la antigua Harinera de San José o la Azucarera del Rabal.

Todos son proyectos estudiados por las áreas implicadas en lo que será el plan de barrio de Las Fuentes que hoy aterriza en la junta de distrito para que los vecinos lo analicen, lo maduren, lo maticen y, sobre todo, lo voten. Porque si sale todo adelante, conllevará una inversión millonaria que, en estos momentos, no está calculada pero actualizaría todos sus indicadores actuales hasta ponerlos al nivel del resto de la capital. Y hay mucho por hacer.

Técnicos de Urbanismo, Movilidad, Zaragoza Vivienda, Derechos Sociales y otras áreas han apostado por proyectos arriesgados y absolutamente nuevos en la hoja de ruta de las Fuentes, junto a un refrito de otros que ya se habían propuesto con anterioridad. Entre los nuevos, la pacificación del tráfico en el tramo de Camino de las Torres que conecta el cruce con Jorge Cocci y la conexión con Echegaray y Caballero. Allí se plantea «mejorar la conectividad» con el entorno del Parque Bruil, «aumentar el número de pasos de peatones» y «reducir el número de carriles en ambos sentidos para ralentizar la velocidad y aproximar ambas aceras», que ganarían anchura y una rampa de acceso al Huerva desde el polideportivo Alberto Maestro.

eje peatonal // Este proyecto enlazaría con otro que plantea generar un corredor peatonal que una el parque Bruil con la huerta a través del distrito, siguiendo un itinerario por las calles Santuario de Rodanas, Leopoldo Romeo, Santo Domingo de Silos y Rodrigo Rebolledo, hasta desembocar en el tercer cinturón. Serían viales de plataforma única, al estilo de la que se está ejecutando en Don Jaime I, complementadas con la creación en el entorno de plazas de zona naranja para el estacionamiento de residentes y bonificaciones para la clientela de los comercios.

A ellos se sumarían reservas para carga y descarga próximas en Salvador Minguijón y Doctor Iranzo. O ver cómo funciona otra de las apuestas que es la reutilización de los locales actualmente vacíos para estos servicios de reparto o, como también se plantea, como aparcamientos para bicicletas o como puntos para la recogida de compras hechas por internet. Todo un experimento en Zaragoza.

Estos objetivos entroncan con la apuesta por ganar espacio para el peatón y darle más accesibilidad. Y para ello también contempla crear bulevares comerciales con plataforma única de tráfico compartido en viales como Leopoldo Romeo, Obispo Laplana y Gascón y Marín. Propone también una elevación a la misma cota en numerosas intersecciones que obliguen a reducir la velocidad a los coches, ampliar aceras y construir carriles bici.

También enlaza con la propuesta de crear manzanas de tránsito restringido, solo para residentes y circulación limitada a 20 km/h, por ejemplo en calles como Tiermas, Escultor Benlliure, Nicanor Villa y Maestro Mingote, rodeada por arterias distribuidoras abiertas a todo el tráfico como, en este caso, Doctor Iranzo, Salvador Minguijón y Florián Rey.

Otra apuesta arriesgada es la recalificación de los suelos en desuso entre San Adrián de Sasabe y el tercer cinturón, con Echegaray al norte y al sur, el campo del Santo Domingo, para incluir usos residenciales «moderados». Edificar con vivienda nueva, aumentando el límite para levantar también pisos de titularidad municipal que dirigir a jóvenes o familias vulnerables.

Los aprovechamientos, además, permitirían costear nuevos equipamientos o afrontar la ampliación del Parque Torre Ramona. La principal zona verde del distrito se extendería hasta una Z-30 con apariencia más urbana y, en dirección a Echegaray, conectaría con las futuras viviendas, en las inmediaciones de la gasolinera de Compromiso de Caspe, suprimiendo el talud que hace de pantalla acústica y sustituyendo los suelos que ahora se usan para estacionar por una superficie verde y de disfrute ciudadano. Al otro extremo, se integraría dentro la capilla de Torre Ramona para uso público, un aparcamiento en altura aprovechando el desnivel y un espacio de ocio para llevar allí las fiestas del barrio que ahora se realizan en Tomás Higuera.