La zona geográfica que sufre todavía de lleno el impacto de la borrasca es el entorno de la laguna de Gallocanta. El pueblo de Bello, que anteayer dio la mínima oficial del siglo XXI en zona habitada de España, con -25,4º, registró -17º en la madrugada de ayer.

Tan siberiana es la temperatura que las grullas, el gran reclamo turístico de la zona, han migrado a miles a Extremadura, dicen los vecinos.

«Las cosas siguen complicadas», asegura su alcalde, Jaime Barrado. «A la gente mayor se le recomienda no salir de casa, pues las calles siguen con hielo y nieve amontonada y una caída supone un desplazamiento de 90 kilómetros al hospital de Teruel», explica.

Los ganaderos, indica, han visto su trabajo multiplicado por la situación. «Ahora tienen que desplazarse a las granjas de ovino para llevar pienso y agua y van por caminos atestados de nieve», manifiesta el regidor, que dice que hacía «25 o 30 años» que Bello no registraba una nevada tan fuerte. «En algunas casas se han roto las cañerías», añade.

La DPT y el Gobierno de Aragón limpian con frecuencia la carretera que conduce a Bello, que cuenta con 120 habitantes en invierno. Pero aun así puede haber placas de hielo en la calzada.

El turismo, tocado

«Es un desastre», asegura Miguel Ángel Ayuso, que regenta el Mirador El Silo, el único restaurante de España que ocupa un antiguo almacén de trigo en altura. «Entre el covid y la ola de frío, el turismo de las grullas se ha ido abajo, no hay nada de movimiento», afirma.

«Las grullas barruntaron que iba a cambiar el tiempo a mucho más frío y migraron a miles hacia Extremadura, en busca de tierras más cálidas», asegura este residente de Bello. Él calcula que se han marchado entre 15.000 y 20.000 aves y que otras 8.000 o 9.000 resisten en el entorno de la laguna, un páramo desarbolado a mil metros de altitud.

Enero es temporada alta para el avistamiento de grullas y, en otras circunstancias, Bello estaría hasta arriba de visitantes, sobre todo los fines de semana. Pero todo está parado. Más que parado, congelado, inmóvil en su blancura absoluta.

Al alcalde le preocupa sobre todo la gente mayor del pueblo. «Les decimos que sobre todo o salgan de casa y les llevamos a domicilio todo lo que necesitan, desde la comida a las medicinas», subraya Barrado. Desde su punto de vista, la ola de frío ha puesto «todavía más de manifiesto lo poco que los políticos conocen el mundo rural». Barrado está seguro de que el frío pasará pronto, pero no cree que la mentalidad de los dirigentes cambie con la misma facilidad.