Los operarios del Gobierno de Aragón que trabajan en la reforma de los juzgados de Teruel se toparon ayer con una macabra sorpresa al realizar una cata entre la zapata y la solera del edificio. Se trataba de restos óseos que aparentan ser de al menos tres personas, que tuvieron que ser enterradas allí durante la construcción del edificio, en los años 40.

Los trabajadores dieron aviso del hallazgo y el Juzgado de Instrucción número 2 de la capital turolense, según informó el Tribunal Superior de Justicia de Aragón, abrió una investigación sobre el asunto.

La comisión judicial se desplazó hasta el lugar para exhumar los huesos, que fueron trasladados a la sede turolense del Instituto de Medicina Legal de Aragón. Los forenses deberán determinar la datación exacta de los huesos y, a ser posible, identificar a los cadáveres y establecer la causa de la muerte. Según fuentes consultadas no había signos evidentes de violencia en los restos.

Fuentes de la DGA confiaron en que el suceso no afecte al ritmo de las obras en los juzgados, que se están renovando para albergar la Nueva Oficina Judicial (NOJ).

La investigación judicial podrá arrojar alguna luz sobre el enterramiento. Este fue a todas luces ilegal, pero no se puede afirmar a esta alturas que tenga que ver con un crimen. Y en cualquier caso, recordaron fuentes jurídicas, este posible delito cometido estaría prescrito desde hace varias décadas.