Jaca y los pueblos franceses de Urdos, Etsaut y Cette-Eygun, en el valle de Aspe, volvieron a cumplir ayer con la tradición mediante la firma del Tratado del Puerto de Astún, de origen medieval, por el que se reconocen los límites fronterizos entre los municipios y se fijan los derechos de uso de los pastos de alta montaña. Se trata de un acuerdo que se remonta a la Edad Media y que en el lado francés se conoce como Traité de la Vesiau o de vecindad, en idioma bearnés.

Mediante este acto protocolario, en el que intervienen los alcaldes de todas las localidades afectadas, se renueva anualmente el derecho de los ganaderos y pastores del valle de Aspe a llevar sus rebaños a pastar al término de Astún, que pertenece al municipio de Jaca. La ceremonia empezó a celebrarse en el siglo XII, cuando el rey Alfonso I concedió el uso de los pastos de Candanchú, La Raqueta y Espelungué a los monjes del hospital de Santa Cristina, hoy desaparecido y situado en el puerto de Somport, al inicio del Camino de Santiago en Aragón.

ENCUENTRO / El encuentro comenzó a las 10.30 horas, con el reconocimiento de las mugas fronterizas en el antiguo puesto de control del puerto de Somport. A continuación, a mediodía, los participantes se desplazaron al Ayuntamiento de Cette-Eygun, donde tuvo lugar la firma del acuerdo. El tratado recibió la signatura de los alcaldes de los cuatro municipios: Juan Manuel Ramón Ipas (Jaca), Jean Gastou (Cette-Eygun), Elisabeth Medard (Etsaut) y Jacques Marquèze (Urdos).

Seguidamente, se sirvió un aperitivo popular en Cette y, con posterioridad, a las 14.00 horas, tuvo lugar un almuerzo oficial en el restaurante Les Voyageurs, en Urdos.

El Tratado del Puerto de Astún ha pasado por múltiples vicisitudes históricas a lo largo de los siglos que lleva en vigor. Las guerras en las que se han visto envueltos ambos países entrañaron su modificación o no aplicación.

Sin embargo, en líneas generales, su permanencia es una demostración de que, por encima de los múltiples avatares de la historia del continente europeo, Francia y España han respetado la esencia del acuerdo, que contempla un aprovechamiento equitativo y ordenado de los pastos de las laderas del Pirineo.