Una farmacéutica zaragozana se sentó ayer en el banquillo acusada de falsificar, en el 2016, un total de 26 recetas de Rivotril un fármaco compuesto con clonazepam, perteneciente al grupo de las benzodiazepinas que actúa sobre el sistema nervioso central y que provoca una gran adicción. Es por ello que también se le imputa la comisión de un delito contra la salud pública.

Afronta dos años de prisión, 18 meses de inhabilitación y 4.800 euros de multa, si bien ella aseguró ante el magistrado del Juzgado de lo Penal número 2 de Zaragoza que en ningún momento falsificó nada. «Yo no sabía que eran falsas, no tengo ningún medio para comprobarlo», señaló, mientras reconoció que dispensó en algunas ocasiones el medicamento fiándose de que los clientes regresarían con las recetas.

«Cuando vino la inspección y vieron que faltaban recetas de fármacos dispensados me dieron un mes para conseguirlas, yo solo pedí a los pacientes que me las trajeran, nada más», añadió.

También aseguró que no lo hizo por ningún ánimo de lucro, ya que el Rivotril vale 2,64 euros. «Si llegó a saber todo esto, no lo habría hecho, ahora miramos todo con lupa», aseguró a preguntas de la fiscala María Victoria Esponera.

Sin embargo, la representante del ministerio público incidió en que muchas de las recetas que presentó «tenían el mismo número de serie» y que eso «es visible».

Asimismo, le reprochó que la investigación llevada a cabo por la Guardia Civil de Huesca destacó que «no pudo justificar la dispensación de 84 cajas de Rivotril», si bien la acusada aseguró que a ella «solo le pidieron explicaciones por 26 recetas. «No sé de dónde sacan esas cantidades», explicó a su abogada de la defensa, María Pilar Bernal, quien pidió la absolución para la farmacéutica que ya fue sancionada.

La investigación de este caso se inició tras intesificarse por parte de Sanidad y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado la dispensación del Rivotril, ya que en Marruecos es mezclado con hachís dando como resultado una nueva droga, el Karkubi. Se presenta en pastilla de color rojo.

Esta sustancia puede conducir a la amnesia en el mejor de los casos, si bien se han detectado casos de automutilación, canibalismo, tendencias autolíticas e incluso homicidas. A ello se añade el bajo precio de estas pastillas, que en el mercado ilícito ronda los cinco y diez euros.

En julio del 2018, la Guardia Civil de Huesca desarticuló una organización que la elaboraba esta sustancia en la localidad oscense de Sariñena. Cuatro jóvenes magrebíes fueron arrestados.