Las cuentas de CAI Inmuebles explican por sí solas las causas del hundimiento de una entidad aragonesa centenaria. Solo entre los años 2011 y 2012, el holding inmobiliario de Caja Inmaculada sumó pérdidas por valor de 214 millones de euros --56 millones en el 2011 y 158,3 el siguiente ejercicio (sus activos ascendían a 156 millones ese año)--. Así lo refleja el informe de auditoría correspondiente al 2012 --últimos datos disponibles-- que la entidad remitió a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Precisamente, ese mismo ejercicio las pérdidas de la entidad se elevaron a 1.042 millones de euros cuando un año antes había registrado un beneficio de 15 millones de euros. Son datos que explican por qué se ha diluido en Ibercaja, grupo en el que CAI posee menos del 5% de participación.

Las cuentas de la entidad en el 2011 y el 2012 son consecuencia de una gestión cuanto menos cuestionable, basada en una expansión inmobiliaria plagada de riesgos y aventuras, la mayor parte de las cuales terminaron fracasando. Uno de esos ejemplos es la sentencia, publicada ayer por EL PERIÓDICO, que le condena a pagar casi seis millones de euros a Aifos, que es lo mismo que hablar de Marbella y del caso Malaya. Pero este caso es solo la punta del iceberg.

Hay muchos más ejemplos. CAI fue una de las muchas cajas que pincharon con la crisis. Tanto es así, que Europa le obligó a realizar desinversiones entre 2013 y 2014. Entre ellas, se encuentran las 84 sociedades participadas por la entidad y que están ligadas al sector inmobiliario. Y, por su puesto, a CAI Inmuebles. Una losa imposible de soportar como demuestra el hecho de que tuvo que traspasar a la Sareb o banco malo, en febrero del 2013, activos tóxicos por valor de 2.212 millones de euros. El impacto en las cuentas de pérdidas y ganancias de la entidad fue de 1.091 millones de euros por dotaciones extraordinarias. De ahí, los abultados números rojos del 2012.

De norte a sur

CAI se adentró en el año 1999 en un laberinto peligroso, que tenía su epicentro en zonas costeras del sur de España como Málaga o Cádiz. El éxtasis inmobiliario en Andalucía comienza con la relación entre el empresario y exconsejero de Trabajo de la Junta de Andalucía, Ramón Marrero y la caja.

El matrimonio cuaja y se constituye la sociedad Arcai Inmuebles --también bajo el paraguas de CAI Inmuebles--, lo que permitió llevar a cabo proyectos como Golf de El Puerto SA (más de 700 viviendas de lujo, complejo hotelero y campo de golf de 18 hoyos), El Soto de Vistahermosa SL e Inverpuerto 2004 SL, entre otras sociedades. Solo en el 2011 las pérdidas oficiales de Arcai rondaron 1,1 millones, pero las cuentas reales fueron presentadas en el 2013 y demostraron que los números rojos entre 2009 y 2011 ascendieron a 42 millones de euros con un riesgo concedido de 78 millones de euros. Eso ocurrió en el sur, pero CAI Inmuebles tenía 89 sociedades.