El Náutico no prepara un menú especial para Semana Santa pero siete de cada diez platos que sirven en este restaurante zaragozano son de pescado. Y ¿por qué pescado y no carne?

Los preceptos que la Iglesia estableció durante la Edad Media todavía perviven en cierta medida en Aragón, donde el producto estrella de estas fechas ha sido desde tiempos inmemorables el bacalao. Este llegaba a la comunidad desde Escocia y los aragoneses lo combinaban con verduras de temporada. Muchos paladares sólo degustaban entonces el bacalao al ajoarriero. El congrio era otro pescado muy habitual en los menús aragoneses, sobre todo en Calatayud. Para el postre, además de las torrijas, se preparaban unos buñuelos que todavía se degustan en distintos rincones de Teruel, donde quien no los comía era tachado de "judío".

Estos eran los alimentos que sustituían a la carne, el queso o los huevos, que eran considerados intocables por los buenos cristianos. Sólo los "perversos" seguían comiendo de todo.

Cuenta la historia que las estrictas normas dietéticas impuestas por el judaísmo quedaron derogadas por el cristianismo cuando San Pedro anunció: "Todos los animales que pueblen la tierra están a disposición del hombre".

La Iglesia, en cambio, con el fin de alcanzar la plenitud del espíritu renunció a los bienes materiales, lo que alcanzó su máximo rigor en la Pascua, con la cuaresma. En este periodo de 40 días, los mismos que Jesús pasó en el desierto ayunando antes de empezar su misión, apenas se podía realizar una comida al día (ayuno) y la carne quedaba prohibida (abstinencia). "La carne, por su poder de despertar la lujuria, es gran enemiga del buen cristiano", dijo San Pablo. Lo mismo ocurría con el vino, que también era una bebida prohibida por estar relacionada con el sexo.

Pero también el pescado tardó en quedar libre de las disputas eclesiásticas. "¿Qué tipo de peces se pueden comer?", se preguntaban durante los primeros años del cristianismo. Los interrogantes eran muchos y los padres de la Iglesia acordaron fijarse en la cantidad de grasa, por ser un elemento capaz de estimular la gula y el disfrute.

Estas limitaciones fomentaron el ingenio de los ciudadanos. Así, en lugar de leche de vaca, echaban mano de la leche de almendras. La cuaresma, a su vez, obligaba a los empresarios a realizar las siguientes advertencias a los ciudadanos, en 1914: "El caldo Maggi o Knorr puede usarse en días de abstinencia porque no consta que esté hecho de carne".

Los carniceros, sin embargo, no cerraban sus establecimientos durante estos días porque los niños, los enfermos y las parturientas podían seguir tomando caldos de gallina para fortalecerse o recuperar la salud.