La Unión Europea ha puesto en marcha en la primavera de este año un macro estudio, denominado Hi Wate, sobre el impacto en la salud de productos de desinfección del agua potable, y que pretende analizar durante los tres próximos años los efectos de la cloración del agua sobre la salud. Este estudio, financiado con 3 millones de euros por el VI Programa Marco de la Unión Europea, en el que colaboran trece centros de investigación de una decena de países, entre ellos España, englobará a miles de personas.

Y es que esta investigación es mucho más ambiciosa que la del grupo barcelonés y pretende analizar la influencia de estas sustancias en su relación con múltiples patologías. El holandés Mark Nieuwenhuijsen, coordinador del estudio e investigador del Creal, ha detallado que se valorará el riesgo potencial de estos compuestos en la fertilidad masculina (la calidad del semen), en la gestación, el número de prematuros y la frecuencia de anomalías congénitas, así como de cáncer de colon y de vejiga.

Para este experto es fundamental los resultados obtenidos de estudios en animales, en los que se ha visto que éstos han desarrollado cáncer de vejiga. A esto hay que añadir el estudio epidemiológico de Kogevinas, publicado en la revista American Journal of Epidemiology que relaciona la exposición a largo plazo a niveles elevados de DBPs con un mayor riesgo de cáncer vesical.

Mark Nieuwenhuijsen considera que la solución pasaría por reducir los niveles de cloro, o bien sustituir este producto por cloramina, aunque reconoció que también originan otros subproductos. "La solución ideal sería limpiar el agua del medio ambiente, a fin de no requerir tantos desinfectantes para potabilizarla y que pueden ser tóxicos".