Cuando hace unas pocas semanas llegaron a su modesta casita unos hombres desconocidos, algo temerosos por saberse el enemigo público número uno en las tarraconenses Tierras del Ebro, el propietario quiso enseñarles amablemente el lugar que buscaban. Antes, esos señores le preguntaron, quizá para intuir si planeaba un boicot: "¿Está usted a favor o en contra del trasvase?". El lugareño les tranquilizó. "Yo estoy a favor de la modernidad", les dijo.

O sea, los técnicos de Trasagua, la empresa del Ministerio de Medio Ambiente que impulsa el trasvase del Ebro, se toparon con el único ser vivo a orillas del río que está a favor de la obra hidráulica más polémica de la historia, a favor del Plan Hidrológico Nacional, a favor de que a medio kilómetro de su casita pintasen una señal de lo que será el kilómetro cero de la cesión. "Debo de ser el único que lo sabe", dice el hombre, originario del Pirineo de Huesca, que no quiere identificarse. "Aquí todo el mundo está en contra y no quiero problemas".

Un pequeño puente

La huella que discretamente dejaron los visitantes es una mínima indicación en un pequeño puente que cruza el canal paralelo al Ebro, a mitad de camino entre Tortosa y la pedanía de Vinallop, a la altura del barranco de San Antonio. Un clavo en el suelo, que ha fracturado el bordillo, marcado con un color rosa chillón y una inscripción enigmática: "E344".

En los próximos años se van a invertir en la zona 218,6 millones de euros para construir la estación de bombeo de Tortosa y los primeros doce kilómetros de tuberías. "La gente de aquí tiene que aprender a abrir la ventana. El trasvase da vida allí, en el sur, sin quitarla aquí. En lugar de oponerse, deberían aprovechar para que el Gobierno mejorase muchas otras cosas", dice el hombre. "Hay agua suficiente".

Un poco más arriba, la familia Ferré dice que es fácil hablar para quien vive a la orilla del Ebro, donde la tierra es siempre húmeda y fértil. A ellos sólo los separan dos kilómetros del río, pero su huerto ha sufrido el bajón del caudal en las últimas décadas. "¿Cómo van a quitarle aún más agua si el río ya no tiene? En verano llega hasta Tortosa el agua salada del mar", dicen José Ferré y su hijo, Jordi, que representan la opinión mayoritaria en la zona.

José Ferré lleva en la zona más de 70 años y conoce el barranco mejor que nadie. Por eso sabe que en el trasvase "hay trampa". "La trampa es que aquí, debajo de la tierra, hay un gran acuífero. No sólo extraerán agua del Ebro, sino que vaciarán este acuífero, y ellos lo saben, porque el Estado tiene varios pozos aquí".

De momento, Trasagua apenas actúa en Cataluña. No interesa en precampaña electoral. En Murcia y Almería las obras sí comenzarán, en dos semanas, y el propio presidente del Gobierno, José María Aznar, pondrá la primera piedra.