El contexto de la crisis sanitaria y económica podría inducir a pensar en las dificultades económicas de la sociedad y, por ende, en el aumento de la demanda de servicios como los Montes de Piedad. Pero no ha ocurrido del todo así, al menos en el que hay disponible en Aragón que pertenece a la Fundación Ibercaja. «La demanda se ha comportado de forma extraña, preveíamos que con la crisis íbamos a tener aumento de empeños y de los nuevos préstamos, pero no ha sido así todo el año», expresaba la responsable de Control de Gestión y Administración en Fundación Ibercaja, Raquel Sancho.

El centro tuvo que permanecer cerrado los meses de marzo y abril debido a la pandemia, y reabrió el 11 de mayo. Desde entonces y hasta el verano, la tendencia fue muy similar, «con aumento de renovaciones de los empeños pero sobre todo de cancelaciones». «Lo que ocurrió al estar cerrados es que hubo factor de miedo de los clientes a que volviéramos a cerrar, porque había mucha incertidumbre. Entonces vinieron a renovar o regularizar los préstamos, pero también a cancelar para que sus bienes no se quedaran bloqueados», explicaba Sancho.

Sin embargo, durante los meses estivales sí que notaron cierto incremento de los empeños y «se notó más la crisis». La tendencia se mantuvo hasta noviembre y, aunque recibieron a más clientes, no fue algo «muy significativo», manifiesta la responsable de Fundación Ibercaja.

Vender las joyas

Raquel Sancho recalcaba que, a día de hoy, el nivel de operaciones del Monte de Piedad se encuentra en niveles similares a los del año pasado por estas fechas. «No hemos tenido repuntes», decía la responsable de Fundación Ibercaja. No obstante, reconocía que la cancelación empezaba a ser de nuevo algo frecuente entre los usuarios. «Notamos un cambio de tendencia, la gente parece que vuelve a cancelar, la gente saca las joyas de los montes de piedad para venderlas. Se está acusando la situación económica porque los clientes venden el oro y se están descapitalizando», destacaba.

Por otro lado, la irregularidad de la demanda de los Montes de Piedad en el 2020 fue algo «histórico». Según Sancho, es la primera vez en la historia que la demanda funciona de manera diferentes en las comunidad autónomas. «Donde había más presencia del turismo, hay incremento de los empeños desde el inicio de la pandemia, sobre todo de nuevos clientes. Aquí en Aragón, sobre todo en Zaragoza, hay más servicios de valor añadido, hay mas industria, y la demanda se ha movido no tanto en aumentar los empeños, sino en cancelaciones», explicaba.

Por otro lado, los días y días encerrados en las casas, y la imposibilidad de viajar, también ha provocado que las familias hayan podido ahorrar al gastar tan solo «en lo esencial». Eso, no obstante, no ha impedido que Ibercaja haya seguido concediendo préstamos por el empeño de joyas a los más azotados por la crisis. Unas cuantías que, según Sancho, rondan los 500 euros de media, «no son muy grandes», y, por tanto, «pocas veces tienen problemas para recuperar sus joyas». De hecho, apenas el 5% de los préstamos que tienen se acaban subastando.

En definitiva, desde la fundación insisten en que este año ha cambiado el perfil del demandante sobre todo este último año, es decir, hacia la cancelación de los empeños. «Hay un gran sentimiento con las joyas que suelen depositar. Al final y al cabo no es lucro, es necesidad», destaca. Asimismo, también explican que se ha atendido a menos gente puesto que se ha implantado la cita previa.

A pesar de permanecer cerrados, en el Monte de Piedad de Aragón se hizo un esfuerzo retrasando los vencimientos de los empeños, se mantuvieron las joyas y no se subastaron. «Lo que hicimos. con nuestros clientes fue condonar la deuda que se generó ese tiempo y no la cobramos», apostilla Sancho.

Sobre el perfil de las personas que recurren a estas ayudas económicas, el presidente de la Asociación Española de los Montes de Piedad (Presea), Santiago Gil de la Rosa, expresa que «se acercan a nuestras instalaciones personas de cualquier clase y condición con necesidades de financiación muy diversas». «Si bien se produjo un importante cambio durante la crisis del 2008», añade Gil de la Rosa.