La Junta Vecinal de Movera y representantes de las asociaciones de vecinos del barrio zaragozano firmaron ayer un documento en el que muestran su rechazo a la ubicación de un segundo centro de menores no acompañados (menas) en su distrito. El escrito se remitirá al Ayuntamiento de Zaragoza y al Gobierno de Aragón una vez se someta a opinión de los 2.740 residentes de este núcleo, con el fin de que lo apoyen con su firma si están de acuerdo con su contenido.

La posibilidad de que Movera acoja un segundo centro de menas ha provocado cierta inquietud en este barrio de Zaragoza. Algunos vecinos se oponen frontalmente a dar cabida al servicio, mientras que el ayuntamiento del distrito considera que «no es razonable» que Movera, «que alberga ya gran variedad de entidades dedicadas a la reinserción social», deba ahora asumir otra iniciativa de este tipo.

«En los últimos 30 años hemos acogido suficientes centros de reinserción como para considerar que ya hemos cubierto con creces nuestro cupo solidario», manifestó al término del encuentro la alcaldesa del barrio, Esperanza Calvano, que indicó que «Zaragoza dispone de más espacios donde poder ubicar un servicio de este tipo».

En la postura común adoptada ayer por los representantes vecinales influyó el hecho de que varios menores residentes en el centro ya abierto han protagonizado, al parecer, hechos delictivos y actos de vandalismo en el barrio y en los autobuses.

La Diputación General de Aragón (DGA), responsable de este servicio destinado a prestar asistencia a adolescentes inmigrantes que se encuentran en España sin progenitores, no facilita información sobre el albergue, dado que este serviría de alojamiento temporal a residentes que, por su edad, tienen derecho a la protección de su identidad.

«TENEMOS MIEDO»

La noticia de que iba a abrirse otro centro de menores (ya existe uno con 24 plazas) salió de una persona de la zona que observó movimientos en un edificio de las afueras que ha servido de residencia de ancianos. Esas obras se han interpretado como la señal de que la DGA, a través del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), planea abrir en el barrio un edificio que contribuya a paliar la escasez de plazas para un número de menores de acompañados que no para de crecer, hasta situarse en la actualidad en más de 200.

«Tenemos miedo a que la llegada de otro centro de menores pueda afectar a la convivencia», agregó Calvano, que subrayó el «carácter solidario» de los vecinos, dado que durante varias décadas han acogido distintos servicios de reinserción sin que se hayan registrado problemas de ningún tipo.

«No hace mucho, hubo tres o cuatro chicos que robaron en varias casas y que armaron jaleo en el autobús», explicó Chus Clavería, que preside una de las agrupaciones vecinales. Además, aseguró que una vecina había sido víctima de un tirón. Aquella situación de inseguridad se resolvió con el traslado de los supuestos responsables. Pero aun así los vecinos temen que la tranquilidad que ha caracterizado al barrio pueda verse truncada.