Un cazador de la localidad castellonense de Culla, Rafael D, de unos 50 años, casado y con un hijo pequeño, falleció en la madrugada del pasado sábado al dispararse de forma fortuita el rifle de un compañero y ser alcanzado por el tiro mientras cazaban en el término turolense de la Cañada de Benatanduz. Esta zona suele ser visitada por cazadores debido a la existencia de jabalís, motivo por el que se podría haber trasladado hasta allí el grupo de amigos. Los hechos ocurrieron a las 3.30 horas de la madrugada cuando Rafael D., que se dedicaba a la construcción en la población de Culla donde residía, fue atrapado «de forma accidental» por la bala procedente del rifle de su amigo que se encontraba cazando con él, además del hermano del fallecido. Los tres eran vecinos de esta localidad castellonense de algo más de 500 habitantes y muy próxima a la provincia de Teruel.

Una vez la Guardia Civil tuvo conocimiento de los hechos, se trasladó hasta el lugar de los mismos, donde tomó declaración a las personas que acompañaban al fallecido y estas regresaron a sus respectivos hogares sin quedar retenidas en ningún momento por los agentes, según fuentes conocedoras de los hechos. El accidente de este fin de semana enmarcado en plena temporada de caza, cayó como un jarro de agua fría entre los vecinos de la pequeña población del Alto Maestrazgo, ya que tanto el fallecido como los otros dos cazadores eran muy conocidos en la misma. El alcalde de Culla, Víctor Fabregat, afirmó a este diario que «el pueblo está totalmente consternado».

CONDOLENCIAS

«El Ayuntamiento de Culla lamenta lo sucedido y transmite ánimos tanto a los afectados como a sus respectivas familias», dijo el primer edil de la localidad en declaraciones a Mediterráneo.

En los últimos años, han sido frecuentes los accidentes de caza, causando numerosos heridos y algún fallecido. En el 2016, un joven de 27 años falleció en Castiello de Jaca por un disparo de un compañero de cacería. Una hija acabó con la vida de su padre de manera fortuita en el 2008, cerca de Santolaria. Y dos años antes también hubo otros dos fallecidos. En el 2004, llegaron a ser tres las víctimas por accidentes de caza.