-Termina su primera legislatura, y con ello la de CHA, como integrantes de un Gobierno autonómico. ¿Qué sabor de boca le deja el mandato?

-Siempre te quedas con la sensación de que se ha podido hacer más, pero era fundamental revertir la situación de absoluta emergencia social que dejó el Gobierno anterior. Como parte de este, aunque sea con otro partido, yo me siento corresponsable de todas las acciones, y como tal estoy muy satisfecho de todas las acciones que hemos llevado a cabo en sanidad o economía. En particular me siento orgulloso de la política social de vivienda que hemos realizado, con más inversión en cuatro años que desde los años 70. Pero más allá de lo que logras está el cómo lo logras, y lo hemos hecho de un manera distinta, hablando con mucha gente, con colectivos que jamás habían pasado por el despacho de un consejero, haciendo muchos kilómetros por Aragón y escuchando.

-Se ha despedido anunciando obras en Canfranc, que siempre está pero nunca llega. ¿Por qué esta vez hay que creérselo?

-Hay dos partes, la recuperación del espacio físico de la antigua estación internacional y la explanada de los Arañones, y la reapertura de la línea. La primera es una realidad física e imparable, ya hay empresas designadas con contratos y plazos. Lo de la línea es distinto, pero es un paso de gigante haber sumado a la Unión Europea, con dos proyectos y un estudio de interoperabilidad de la línea entre España y Francia. Y hemos conseguido sobre todo que se lo crean el Ministerio de Fomento, que lidera, y Adif, dejando de marear la perdiz con la TCP (Travesía Central del Pirineo), que solo valía para distraer. Fue una decisión estratégica, como el Corredor Cantábrico-Mediterráneo.

-¿En qué sentido?

-Es que ahora estamos todos en lo mismo, pero en verano del 2015 fuimos muy criticados por apostar por cambiar la visión del Corredor Mediterráneo para conseguir una vía de gran capacidad por Teruel. Tres años después todos estamos trabajando para conseguirlo, gracias a la movilización social de Teruel Existe y la labor de los gobiernos autonómicos, con un paso importantísimo como la designación de un coordinador del proyecto aragonés para evitar disfunciones con Adif y Fomento. Y con el proyecto incluido en el Mecanismo Conectar Europa, que aún no garantiza nada porque hay que redactar un proyecto ambicioso y que convenza.

-La despoblación, también bajo su responsabilidad de vertebración territorial, parece que comienza a interesar en Europa...

-Como principal reto de Aragón, la despoblación es trabajo colectivo, ya no de todos los departamentos del Gobierno de Aragón sino de las comarcas, municipios, del Estado y de Europa, porque se comienza a entender que es un problema que afecta a la igualdad de oportunidades y derechos entre territorios. En el Gobierno hemos sido pioneros en implementar, con el fondo de cohesión territorial, las ayudas de abajo arriba, que sean los propios ayuntamientos quienes decidan qué necesitan y aplicando microcirugía más que grandes proyectos. Parches, si se quiere, pero que taponen la herida mientras llegan grandes iniciativas.

-No les han dado tregua con las carreteras. Aparte de las estatales, ¿han actuado con las de Huesca, las peores del país según el último informe del RACC?

-En las de competencia estatal, lo único que cabe hacer es presión política y ciudadana, y creemos que no se puede hacer mucho más en este aspecto. Hemos de hacer ver que no solo es discriminación respecto a otras comunidades, que lo es, sino que se pierden vidas. En cuanto a nuestra competencia, estamos haciendo algo que no se había hecho nunca, un estudio de tramos de concentración de accidentes cada dos años, que se actualiza y es eficaz. Estamos actuando en los que detectamos. En inversión, después del 2016 y 2017 en el que priorizó el gasto social, desde el año pasado hay comprometidos 50 millones de euros en partidas plurianuales, y hemos atendido emergencias o problemas históricos como el túnel de Añisclo, el puente de Gelsa, entre otros.

-¿Por qué no se han entregado todavía las ayudas del año pasado? Se ha llegado a insinuar que se van a dar en mayo para condicionar las elecciones.

-Yo ya entiendo que se diga de todo, pero quien piense así desde luego no nos conoce, y quizá indique que sería capaz de hacer algo así. Lo que ha ocurrido es una confluencia de problemas, desde que no hubo convenio con el Estado hasta julio del año pasado, hasta el altísimo volumen de solicitudes (y eso que dijeron que las sacábamos en verano para que no se enterase nadie), pasando por problemas informáticos y las subsanaciones de documentación que hemos tenido que pedir. Y al final, con la prórroga presupuestaria, hemos tenido que negociar con Hacienda para dotar la partida.

-Como consejero de turismo, ¿cuántas tapas ha podido catar?

-(Sonríe) Soy incapaz de calcularlas. Sé que hay gente a la que le sabe malo que vaya a tantos sitios y me haga tanta foto, pero es mi obligación, y particularmente en turismo, entiendo que hay que estar para dar apoyo y la gente lo valora mucho. Cuando llegas al despacho a las 8.00 horas, no comes en casa y acabas a la 1.00 en un evento, yo acepto encantado y voy muy a gusto pero hay que tenerlo todo en cuenta.

-Ahora cambia el chip a candidato, ¿cree que con este Gobierno CHA se ha diluido en el PSOE?

-Yo tengo clarísimo que hemos conseguido mantener la identidad y la esencia con la que se fundó el partido en 1986. De hecho ha sido una obsesión no diluirse. Hemos dejado claro que no compartimos en absoluto algunas ideas o proyectos que sí apoya el PSOE como los embalses de Yesa y Biscarrués o la unión de estaciones de esquí, y hemos votado en contra y no ha pasado nada. Es un lugar común ese miedo a perder identidad, pero por la calle me siguen señalando más como «el de CHA» que como consejero.

-Algunos históricos que han abandonado la formación, como Nieves Ibeas y Antonio Gaspar, parecían acusarles de eso. ¿Su marcha hizo daño?

-Me hubiera gustado saber sus motivos, porque internamente no los explicaron. Cuando no ves el pelo a alguien en siete años y de pronto anuncia a los medios que se va, intentando hacer daño, no lo siento tanto por mí sino por la militancia. Pero no han conseguido dañar como pretendían, la gente joven del partido ni los conoce. Y lo voy a dejar ahí.

-¿Se ha resentido su relación con el PSOE después de que no aceptaran una coalición para las generales?

-Era una propuesta que tampoco era excepcional, en el 77 ya se unió toda la izquierda de Zaragoza, hasta los partidos ilegalizados. Entonces era por la Constitución, ahora lo proponíamos para que no se carguen la democracia. No lo conseguimos, tanto PSOE como Podemos dejaron la decisión en manos de sus órganos federales en Madrid y no quisieron. Es una lástima y lo que te pide el cuerpo es tener la papeleta de CHA, pero la idea de la coalición era no dividir el voto, y por coherencia, hacemos un llamamiento al voto de izquierda.

-¿Considera que está en juego la democracia con Vox?

-Vox toca la música y PP y Ciudadanos bailan, y así no hablamos de los problemas del día a día. No había un verdadero debate social de los toros, de la caza o sobre que nos asalten en nuestras casas, y acabamos hablando de ello. Lo que hacen es traer el programa electoral de Trump en Texas, y son eficaces, porque acabamos hablando de lo que a ellos les viene bien. Yo respeto a un liberal, he coincidido con PP y Cs y he tenido debates muy ricos; pero no respeto a un franquista, a un falangista y estamos hablando de eso. Me pone los pelos de punta.

-¿Volvería a entrar en un Gobierno de Aragón? ¿Lo hubiera hecho si pudiera volver cuatro años atrás en el tiempo?

-Hace cuatro años tomamos una decisión difícil, incluso descabellada, después de unos resultados electorales que reconocimos como malos, aunque también es verdad que podíamos haber desaparecido. Ahora creo que es evidente que fue una decisión acertada. A Aragón le hemos sentado muy bien y para CHA, como instrumento político, ha sido muy positivo porque con dos diputados hubiéramos sido prácticamente irrelevantes. Rotundamente volvería a hacerlo, pero esto no va a volver a ocurrir. No se va a poder conformar un Gobierno solo con dos partidos, y creo que Podemos tendrá que entrar; ya lo hubiera hecho si Echenique no viviera en los mundos de Echenique. Nuestro objetivo va a ser dejarnos la piel para que la izquierda sume como mínimo 34 escaños, para tener un Gobierno distinto, más rico, plural, aunque también complicado de gestionar.

-Habla de izquierda y ha dejado claro que su vertiente aragonesista no le llevará a fusionarse con el PAR. ¿Sus líneas rojas están en la derecha?

-CHA tiene dos almas principales, el socialismo y el aragonesismo, pero también el feminismo y el ecologismo, y la defensa radical del autogobierno. Más allá de esas pautas no me gusta hablar en negativo ni de exclusiones. No quiero líneas rojas, quiero un gobierno rojo. Rojo y cuatribarrado.