El municipio turolense de Torremocha cuenta desde esta semana con una nueva empresa asentada en la localidad. En la zona, los vecinos están acostumbrados a convivir con explotaciones de porcino y ovino y con los cultivos de cereal, pero no muchos habían oído hablar de la lombricultura, hasta ahora. Y es que la recién puesta en marcha Agroindustria Sierra Palomera se va a dedicar precisamente a eso, que no significa otra cosa que la cría de lombrices para la producción de humus a partir de estiércol.

La empresa tendrá dos vías de negocio diferenciadas. Por un lado, los ingresos se obtendrán de la venta del humus de lombriz como abono ecológico; y por otro, la compañía será también la encargada de gestionar una serie de terrenos en la zona en los que quieren plantar diferentes herbáceas. Agustín López es el gestor de Agroindustria Sierra Palomera, y su principal promotor junto con su hermano. Originario de esta localidad turolense, en la actualidad López es el único empleado de la empresa, ya que el negocio todavía está en vías de desarrollo.

La inversión inicial de sus promotores ha sido de aproximadamente 250.000 euros, de los cuales unos 50.000 los aporta el fondo Leader de la comarca de la Comunidad de Teruel. Y es debido a esta subvención que la empresa se registró como tal en septiembre del 2018 en vez del año pasado, como pretendían sus dueños. «Hubo una serie de partidas de estos fondos en el 2018 que se quedaron sin asignar, por lo que conseguir una subvención era más sencillo entonces. Así que montamos la empresa corriendo y nos presentamos», cuenta López.

Después de un largo periplo repleto de trámites administrativos para poder iniciar la actividad de este negocio, no fue hasta el pasado diciembre cuando llegaron los animales, en este caso las lombrices. En total, la empresa se ha hecho con 250.000 unidades, que ahora tienen la labor de reproducirse entre varias toneladas de estiércol para conseguir una mayor cantidad animales, que es el primer objetivo de López. «Para este verano el estiércol ya estaría convertido en humus y podría comenzar a vender, pero quiero esperar por lo menos un par de años para garantizarme producir mayores cantidades», explica. La explotación cuenta con una superficie total de 1,5 hectáreas, aunque podría crecer hasta las 5 si aprovechara los terrenos aledaños que también son de su propiedad.

Su meta a medio plazo, en cuanto tenga la cantidad necesaria de lombrices, es expedir unas 2.300 toneladas de humus al año. Debido al bajo precio de venta de este tipo de abono (unos 15 céntimos el kilo), los clientes tendrían que estar en un radio de 200 kilómetros para que los costes del transporte no hagan inviable el negocio. «Nuestras miras están puestas en lugares como Calanda, La Almunia o incluso Valencia», cuenta López, ya que estas son zonas en las que la agricultura ecológica está en auge y que no se alejan demasiado de Torremocha. «Al principio en el pueblo no entendían lo que era esto, pero ahora están contentos», concluye López.