A pie de pista, la visita del Príncipe y, sobre todo, la novedad de la presencia de doña Letizia se convirtió ayer en el comentario general. Unos echaban mano de sus cámaras de bolsillo para intentar inmortalizar a la prometida. Otros se limitaban a intentar saludar a la pareja. Y muchos, observaban con atención los progresos de la periodista en la práctica del deporte blanco o comentaban su caída del telearrastre del B-12 (la pista más concurrida), de la que Letizia salió airosa echando mano de la sonrisa.

Lo cierto es que distinguir a la pareja requería un gran esfuerzo por la escasa visibilidad y, sobre todo, por las prendas de abrigo que les cubrían hasta las cejas. Pero algunos lo consiguieron.

Las jóvenes Anne Navarro y Lucía Pereira incluso siguieron a la periodista por la Olla en una pequeña travesura. "Ibamos lejos, para que los escoltas no se mosquearan y nos ha hecho ilusión verla, pero todavía no esquía muy bien", decían. Ellas no lograron ver al Príncipe, pero sí lo hizo Leire Guerra, cuyo padre es responsable del hotel Edelweis, donde se aloja la pareja. "Ayer --por el viernes-- le vi cuando iban al cenador, donde les habían preparado algo especial", añadió la joven.

"Letizia ha hecho un aprendizaje ultrarrápido, porque ha tenido buenos maestros y mucha dedicación", aseguraba el monitor Tony Puente. "La visita del Príncipe --que se convirtió en asiduo de Candanchú durante sus estudios en la AGM-- era deseada y esperada aquí hace tiempo".

"Además, esto es una buena promoción para la estación y, por otro lado, hoy han tenido un buen día, ya que al haber poca gente habrán esquiado mejor", añadió Fernando, otro monitor.

La noticia trascendió incluso fuera de las pistas. La francesa Josianne comentaba en una cafetería el seguimiento que desde el país vecino se le hace a todas las informaciones relacionadas con la Casa Real. "Cuando aparecen noticias de ellos en las revistas, siempre se las traigo a Eduardo Roldán --el director de la estación e instructor de la Familia Real-- porque le gusta guardarlas".

Como a buen recaudo reservaban en la caseta del Chaparro el aperitivo que Miguel, el responsable del lugar, y sus compañeros habían preparado a la pareja del año. Embutidos y paté de la tierra, vino para entrar en calor... Bajo una copiosa nevada, que sólo cesó a partir de las dos de la tarde, los esquiadores asiduos al Chaparro se quedaban ese día sin tentempié por estar reservado el pequeño espacio para la pareja real. Todos con la bufanda hasta las cejas, mataban el rato comentando los movimientos de los pister , que precedían al Príncipe y a su prometida, el hecho de que la periodista cargara con sus propios esquíes o las previsiones meteorológicas.

"¿Ves esos pájaros pequeños?", preguntaba Miguel. "Pues si les echan pan y aparecen para cogerlo es que va a nevar", explicaba. Lo cierto es que los pajarillos bajaron y agarraron las migas. Pero, según el sistema del Chaparro, "después hará sol". Si la predicción no falla, la de hoy será otra jornada blanca de visita real.