No creo que a estas alturas nadie cuestione que la participación es la base de una sociedad democrática, que el hábito de la participación hay que ejercitarlo y que las escuelas deberían ser lugar prioritario de transmisión de valores democráticos y por tanto participativos.

Asumidas estas premisas, ¿cómo podemos entender que la reforma educativa, la mal llamada Ley para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) recientemente implantada en Primaria, vaya en dirección contraria y anule la participación de la comunidad educativa en los consejos escolares?. Sin embargo así es y estos consejos, hasta ahora máximos órganos de gestión, control y participación de los centros escolares, donde estamos representados todos los sectores que componemos la comunidad educativa (profesorado, familias, alumnado, personal de administración y servicios y administraciones locales), pasan a ser meros órganos consultivos a los que se les informará, pero no tendrán ninguna capacidad para tomar decisiones.

Las decisiones ahora las toman en solitario los directores o directoras, que con la LOMCE serán elegidos directamente por la Administración, que se reserva un mínimo del 51% de la composición de la comisión que les seleccionará.

En los próximos días se van a celebrar elecciones en la mayoría de los centros de Aragón para renovar parcialmente los consejos escolares. Será la primera vez que se celebrarán con la LOMCE aprobada y desde Fapar hacemos un doble llamamiento. Por una parte a todas las familias para que acudan masivamente a votar eligiendo así a sus representantes en el consejo escolar y mostrando que estamos dispuestas a ejercer responsablemente un derecho constitucional, que no queremos ser convidados de piedra, que nuestra voz es importante y que no se nos puede exigir participación y anular la capacidad para ello.

Pero en este punto, las familias no podemos hacer nada solas y por eso también hacemos un llamamiento a los directores y directoras de los centros educativos para que, como máximos responsables de los consejos escolares, hagan prevalecer la democracia en los mismos, adopten las decisiones por consenso y no por imposición y transmitan así a su alumnado, que son nuestros hijos e hijas, que creen en una escuela democrática, porque ese será el mejor ejemplo para quienes mañana han de regir nuestra sociedad.