La memoria del Padre Pedro ya descansa de forma oficial en el corazón del barrio de San Pablo, en la calle Basilio Boggiero. La plaza que lleva su nombre, recientemente reformada, seguirá siendo para muchos la de la Oasis. Pero desde ayer luce una placa dedicada al que fuera profesor escolapio durante 45 años, que vigila el entorno desde la fachada del edificio de las Escuelas Pías. Un homenaje con el que se puso fin a la Semana Cultural Calasancia y al que asistió más de un centenar de personas.

La calurosa acogida que tuvo el acto hizo que los asistentes se olvidaran del frío por unos instantes. Desde representantes del ayuntamiento, vecinos y miembros de la comunidad escolapia, profesores, alumnos de todas las edades e incluso exalumnos, como Domingo Buesa. El descubrimiento de la placa se hizo al ritmo de aplausos y al son de los tambores de la cofradía del Prendimiento del Señor y el Dolor de la Madre de Dios.

El superior provincial de Escolapios de Aragón, Javier Negro, quiso recordar su "ejemplo de educación humilde y disponible", y adelantó que "es posible que sea declarado beato". El rector, Antonio Bastero, también acudió a la cita, y buceó entre sus recuerdos ya que este "referente" había sido la persona que le enseñó a leer.

Educador popular

Las Escuelas Pías "recibieron del ayuntamiento la primera licencia para hacer una educación popular no elitista", explicó Florencio García Madrigal, concejal delegado de Equipamientos. De ahí que el entorno se haya transformado "apoyando una figura vinculada a la educación popular".

El pedagogo Pedro Díez falleció en 1983. Y aunque han pasado años desde entonces, su vinculación con el barrio de San Pablo ha continuado viva. "Hoy en día se reconoce en el Padre Pedro mucha gente", explicó José Manuel Alonso, presidente de la junta de distrito, quien recordó que los cambios que se están realizando en la zona se hacen "con las aportaciones de muchos que han hecho cosas por el barrio, el Padre Pedro entre ellas".