¡Atención, spoiler! La ordenanza de Limpieza Pública del Ayuntamiento de Zaragoza incluye un artículo en el que se responsabiliza a los ciudadanos de la limpieza de sus aceras, también en caso de que nieve. «La limpieza de aceras, en la longitud que corresponda a las fachadas de los edificios, estará a cargo de los porteros de cada finca, y de los dueños de los locales en la longitud que ocupen estos y, en defecto de ello, los vecinos, en los turnos establecidos entre ellos», reza exactamente el texto. Otra cosa es que se cumpla porque es el consistorio el que se encarga de esta tarea y el que está tratando de despejar las calles de nieve y hielo, aunque a un ritmo diferente según el barrio del que se hable.

El consistorio diseñó un plan de emergencia para hacer frente a la borrasca Filomena, que después de las bonitas estampas de nieve ha dejado peligrosas placas de hielo. Las prioridades de ese programa estaban claras: hospitales, paradas de transporte urbano, puentes y avenidas principales, pero no secundarias. Desde los barrios de la ciudad se ha generado cierto malestar por las notables diferencias que existen entre el centro y los distritos. Sin embargo, y atendiendo a la ordenanza, los vecinos deberían colaborar en la retirada de la nieve. De hecho, el domingo por la noche se vio a más de uno despejando la entrada a su portal.

Lo cierto es que andar por el paseo Independencia, Don Jaime I o la calle Alfonso I no entraña peligro alguno, pero una vez que uno se adentra en las callejuelas tiene que esforzarse por mantener el equilibrio.

Así que no es raro ver por las calles de Torrero cómo sus vecinos sortean los charcos que provoca la nieve mientras se derrite, o que andan como pingüinos accidentales sobre el hielo. En Valdespartera ayer las máquinas quitanieves trabajaron sin descanso y aún así todavía son muchas las zonas impracticables, salvo que lleves unos crampones improvisados. En Rosales del Canal sus residentes han abandonado la improvisada pista de esquí del fin de semana para buscar las calles que sí que están limpias. En este barrio se puede apreciar el antes y el después de Filomena porque contrastan las zonas donde no queda ni una gota de nieve y hielo y otras que son un tobogán gigante, por no hablar de las plazas. En los parques todavía resiste alguna calva de nieve entre las placas de hielo que hay que sortear. Sucede en el del Tío Jorge, donde hasta los perros se pegan algún que otro tozolón.

En la avenida Cataluña el sol no ha conseguido derretir las placas que se han formado durante las gélidas noches y que los operarios trataron de romper con fuerza y resistencia.