Quince años cumplen los premios de la Academia Aragonesa de Gastronomía. Unos galardones que nacieron en 1999 para aplaudir a quienes trabajan por llevar a la excelencia los sabores de la tierra y que ayer hicieron suyo el salón de plenos de la DPZ. El presidente de la institución académica, Víctor Guelbenzu, encabezó este sencillo acto. Esta vez, sin discursos ni teorías. Solo premios, aplausos y una larga lista de invitados y académicos, desde Francisco Bentué a Ángel González. En los puestos de honor, los protagonistas, cuya labor es un escaparate de la tierra, desde Calanda a Huesca. A la tierra de Buñuel y de los melocotones (que también los cultivan y buenos en esta cooperativa) se fue el premio a la mejor almazara: la Calandina, que preside Ramón González, y que ha exportado aceite del Bajo Aragón hasta a Japón. Grandes Vinos y Viñedos, representado por su director de márketing, Manuel García Casares, se llevó el galardón como mejor bodega. Por llevar muy lejos el nombre de Cariñena... Y el River Hall de Zaragoza, con Iván Acedo, fue nombrado mejor restaurante. Con su director, Javier García Antón, al frente, se distinguió a Diario del Alto Aragón por su labor de difusión. Y el premio de la investigación recayó en la línea Slow Baking de Panishop, de los Rébola. Premios y saberes para disfrutar comiendo.