Seguramente, si Víctor Pruneda viviera en la actualidad, actuaría como verdadero militante de la coordinadora ciudadana Teruel existe y es casi seguro que, de haber compartido escaño como diputado en el Congreso, se le hubieran escuchado largas disertaciones sobre la necesidad de que el AVE pase por Teruel o de la urgencia de que se desdoble la nacional N-232.

"Apasionado y enamorado de Teruel. Impulsor de los primeros trazados de ferrocarril en la provincia y comprometido con el desarrollo político, social y cultural de sus gentes". Así define el historiador alcañizano, Juan Ramón Villanueva al que fuera alcalde de Teruel en tres ocasiones durante la Primera República Española en su biografía sobre una de las figuras más relevantes de la política del siglo XIX en España.

´El Centinela de Aragón´

Cuarenta años antes de que naciera en 1880 el expresidente de la II República Española, Manuel Azaña, Víctor Pruneda defendía desde El Centinela de Aragón , periódico fundado por él, los principios básicos de la democracia, la universalidad en la educación o la libertad de imprenta y asociación. "Una lucha que permitió colocar a Teruel en la vanguardia del republicanismo en España, a la misma altura que ciudades como Madrid o Barcelona", afirma Villanueva.

Pero las razones por las que los turolenses del siglo XXI pueden ahora honrar a Pruneda son, además, su afán constante por las comunicaciones de Teruel con el resto de regiones, su compromiso con las comunidades mineras o el desarrollo de regadíos en las zonas rurales de la provincia.

Calle con su nombre

Según el historiador bajoaragonés, las demandas de la actual plataforma Teruel existe se corresponden en gran medida con las que hace un siglo proclamaba el político y periodista. Hace unos días, la capital estrenó una calle en su honor. "Se trata sólo de un paso más que hay que dar para que se conozca y se respete la figura de este político tan comprometido con Teruel y su provincia", declaró la actual alcaldesa, Lucía Gómez, al inaugurar el nombre de la calle.

Fue la viuda de Pruneda, Escolástica Anadón, la que donó en 1909 los 4.500 manuscritos de su marido al que hoy es el instituto José Ibáñez Martín. El Fondo de Víctor Pruneda se ha encargado de clasificar estos escritos en tres bloques, donde se recogen sus vivencias personales, los acontecimientos políticos de la época y los ensayos.

Siendo como era gallego de nacimiento y habiendo demostrado su apasionamiento por las libertades que lo llevaron incluso hasta la cárcel y al pelotón de fusilamiento, "es de justicia dedicar al menos una calle de la capital turolense a esta persona que con tanta coherencia y honestidad defendió el progreso de este territorio y de sus habitantes que durante tanto tiempo lo han relegado al olvido", dice Villanueva.