El campus universitario de la plaza San Francisco de Zaragoza estaba muy concurrido ayer para ser domingo. Gente a las puertas de las facultades de Derecho y Medicina esperaban pacientes por la mañana a que abrieran las puertas y salían de golpe una hora y media después. Eran opositores, y se presentaban al examen para poder entrar a formar parte de la plantilla de Correos. Esta prueba de acceso se realizó de forma simultánea en otros puntos de España. En total, había inscritos 166.000 aspirantes en todo el país a conseguir una de las 4.005 plazas que se convocaban. De todas ellas, 134 son en la comunidad aragonesa.

Sobre el mediodía las caras delataban a los que parecían satisfechos, a los que no lo estaban tanto y a los que simplemente fueron a probar suerte. La tranquilidad en sus casos era pasmosa tras salir del primer examen, y eso que muchos se presentaban después a otro. A las 10.00 horas tuvo lugar la prueba para los puestos de agente de reparto y a las 14.30 la de atención al cliente.

Sin estudiar

«Cada vez lo ponen más difícil», contaba una mujer que ya se presentó al examen que tuvo lugar el año pasado. Es trabajadora eventual de la empresa pública y prefiere no decir su nombre «por si acaso», reía. «No aprobaré, no. Pero tampoco he estudiado eh», decía después. Su intención era presentarse simplemente para conseguir más puntos de cara a mejorar su posición en la bolsa de empleo de Correos, pero sabía que no conseguiría un puesto fijo.

Esta misma idea se replicaba entre otros tantos de los que se congregaban ayer en el Campus San Francisco, y eso que muchos se rindieron antes de hora. En una de las aulas de medicina solo se habían presentado el 44% de los que estaban inscritos y la situación fue similar en el resto de salas, según declaró Miguel Sarasa, jefe de la sección de servicio postal de UGT Aragón.

Como es obvio, también los hubo que fueron preparados y que tenían esperanzas en conseguir un puesto en la administración, los cuales también señalaban que el examen había sido «más difícil» que en anteriores convocatorias. Esto, según apuntaba un joven, puede beneficiar a los opositores de menor edad, que están más acostumbrados a estudiar frente a los mayores que acumulan méritos por años trabajados.

«Soy optimista por naturaleza, así que creo que me ha ido muy bien», comentaba Samuel Gracia, de 24 años, después de salir del primer examen. «Este segundo creo que lo llevo algo peor», decía en referencia a la prueba para conseguir un puesto en atención al cliente. «Ya tengo preparado el fiestón si consigo la plaza», reía después.

«Yo también soy muy positiva, creo que puedo conseguir algo», añadía una joven de nombre Eva Gloria Jaime en un corro hablando con otras aspirantes. «Ha sido fácil menos la parte del psicotécnico», aseguraba. «¿Te ha parecido fácil en serio?», le preguntaba otra chica frente a ella.

«A ver, hemos venido a probar y a aprobar, las dos cosas. Yo llevo 8 meses estudiando, pero si esta vez no puede ser me presentaré en la siguiente convocatoria», explicaba Jaime. «Aprobar sería un milagro, pero los milagros a veces ocurren», aseguraba otra mujer a su lado.

Desde Navarra vino también otro grupo de aspirantes. El hombre decía sentirse «desanimado», porque cuando se presentó a la anterior convocatoria hace año y medio le fue mal a pesar de haber estudiado mucho. «Esta vez la verdad es que no voy muy preparado porque he estado desmotivado, pero bueno», concluía.

Los navarros de la ribera tenían la opción de elegir si hacían el examen en Zaragoza o en Bilbao, y este grupo se decidió por la capital aragonesa. «Las mesas eran muy pequeñas, no sé como pueden estudiar ahí», se quejaba la mujer. «La verdad es que cuando estuvimos en Bilbao las mesas eran enormes, pero ahí ya sabes que son muy exagerados», le respondía el hombre. Y reían todos.

La tensión e importancia que para muchos tenía el día de ayer se vio pues difuminada por la incertidumbre y el buen humor con el que se toman estas citas los que ya se han presentado varias veces. «Toca esperar», espetaban muchos.