La política aragonesa ha madrugado más de lo habitual. A estas alturas de septiembre ha habido ya dos citas políticas de primerísima magnitud: el debate sobre el Estado de la Comunidad y la aprobación por parte del Gobierno PSOE-PAR del presupuesto de Aragón para el 2005.

Y antes de finales de mes, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero hará público su primer presupuesto en la Moncloa. Sin duda, supone el tercer acontecimiento por excelencia de este septiembre vertiginoso. Pero en esta ocasión, las cuentas del Estado van acompañadas de un morbo añadido. Porque todos los partidos tienen especial interés en conocer de qué forma se va a plasmar en números concretos el buen rollito de Iglesias y Zapatero.

O lo que es lo mismo, ya no es tiempo de palabras y de promesas inversoras, sino que es la hora de los hechos y de que se note el mejor trato del Estado a Aragón en el documento presupuestario, el que realmente marca las prioridades inversoras del nuevo Gobierno. Muchos piensan que en algo se debería notar que el número dos del todopoderoso Ministerio de Fomento, Víctor Morlán, es un oscense y mano derecha de Iglesias en PSOE de Aragón.

Va a ser la prueba del algodón, la muestra de que Aragón con la Administración socialista debe recibir un fuerte impulso inversor. Es obvio que confiar en que todos los déficits de Aragón --infraestructuras, financiación, embalses...-- se van a solucionar de un plumazo roza la bisoñez política, pero también es cierto que el gesto de Zapatero con esta comunidad debería ser generoso. Zapatero no debe fallar. Las ilusiones generadas son grandes en una comunidad que tuvo mucho que ver en su victoria electoral del 14-M.

Iglesias es consciente de esta expectación. Quizá intuyendo lo que se avecina, el presidente aragonés dejó caer ayer en la tribuna de las Cortes que las obras del AVE que llevó a cabo el anterior Gobierno de Aznar no deben computar ni mucho menos como inversión en Aragón porque de esa infraestructura, aclaró, "se benefician todos aquellos que van en AVE desde Sevilla". Vino a decir, pues, que el AVE no cuenta a la hora de hacer comparaciones inversoras.