Los ingresos en el Ayuntamiento de Zaragoza se han desplomado tras un 2020 marcado por la crisis sanitaria y económica del coronavirus, que ha alterado de forma drástica la previsión inicial. Según el estado de ejecución, a 1 de diciembre del 2020, la ciudad ingresará 132,7 millones menos de los estimados a principio del año pasado. La plusvalía ha sido uno de los impuestos más perjudicados, con una ejecución del 41,4% del presupuesto. Si se compara con la del 2019 la cifra todavía es peor ya que se va a recaudar la mitad respecto al anterior ejercicio, cuando llegaron hasta las arcas 53 millones. En el caso del IBI, el segundo gravamen más importante para las arcas municipales, el problema se centra en la morosidad, que se ha disparado respecto al 2019.

La pandemia obligó al ayuntamiento a adoptar medidas para tratar de ayudar a los negocios que tuvieron que cerrar durante los meses de confinamiento residencial y los posteriores, a medio gas y con restricciones. En abril, el equipo de Gobierno de PP-Cs aprobó una serie de exenciones fiscales para el comercio, la hostelería, los mercados, los hospitales, los centros deportivos y el pequeño comercio. Afectaban, en concreto, al pago de tasas por abastecimiento de aguas, saneamiento, recogida de basuras o tratamiento de residuos urbanos.

También acordó suspender la tasa por las licencias de los mercados ambulantes o los cánones de las concesiones en la vía pública. Solo en estos conceptos el ayuntamiento ha dejado de ingresar 2,8 millones. A los que hay que sumar 2, 8 millones por no cobrar la tasa de veladores.

La recaudación por plusvalía, impuesto que grava una compraventa o donación de vivienda, se redujo en el 2020 un 50% respecto al 2019, cuando las arcas ingresaron 53 millones en este concepto. En concreto, y como consecuencia del covid, solo en el tercer trimestre del año los derechos estimados por este concepto eran de 33,6 millones, 20,4 menos que en el ejercicio anterior, de los que desde el área de Hacienda calculan que se ingresaran finalmente 18,6 por la reducción de la actividad.

La cifra no sorprende si se tiene en cuenta que entre enero y junio solo entraron en las arcas municipales 11,9 millones, un 52% menos que en el mismo periodo del 2019.

Los únicos tributos que han tenido un aumento respecto al 2019 han sido los que corresponden al Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), con un ligero incremento de 2,5 millones. El problema en este caso tiene que ver con la morosidad, que se disparó durante el 2020. Los ingresos pendientes se elevan a los 8,6 millones, frente a los 5,4 que se registraron en el 2019. Según explican desde Hacienda, el mayor importe se concentra en los recibos domiciliados y, en concreto, en el de julio.

Durante la pandemia el consistorio decidió dividir en dos cargos el recibo y, según indican, muchos contribuyentes consideraron que el cargo de julio fue un error y lo devolvieron. Por ello, creen que «gran parte» de esta morosidad podrá solventarse en los próximos meses.

Por otro lado, y como consecuencia de las exenciones fiscales aprobadas, las tasas vinculadas a la gestión de residuos, recogida y tratamiento de basuras han descendido un 7,24% y un 3,30%, respectivamente.