Nadie podía esperar que la decisión de Ferraz de rehacer la lista de Pilar Alegría para preparar su asalto a la alcaldía de Zaragoza dejaría demasiadas alegrías en el grupo municipal del PSOE en la capital aragonesa. Una decisión dura -esperada pero no tanto- que trajo ayer, en el día después al anuncio, caras de circunstancias, muchas palmaditas compadecedoras de los rivales en la casa consistorial y pocas caras sonrientes o risas forzadas. Y quienes tenían motivos para ponerla, se contagiaban del sabor amargo con el que el comité federal socialista ha decidido regar los últimos dos meses de estos cuatro años de intenso sacrificio y sobreexposición pública a base de mamporrazos con la derecha y la izquierda. Injusto. Este es el calificativo que resume todo.

Solo dos de los seis concejales salen con futuro asegurado en este complicado mes de marzo en el PSOE zaragozano: Lola Ranera, que Ferraz ha decidido colocar en el alambre con una novena posición que solo le otorgaría el acta de concejala si se mejoran las encuestas más optimistas; y el líder y portavoz del grupo municipal, Carlos Pérez Anadón, que se enrola en la aventura autonómica con Javier Lambán habiendo sido el único de los seis ediles que fue protagonista y parte activa de aquel agitado octubre del 2016 que perpetró la expulsión de Pedro Sánchez de la secretaría general de los socialistas. Él fue uno de los que dimitió del comité federal antes de desbancar al líder que hoy es presidente del Gobierno. Y de aquel frenesí del puño y la rosa que, posteriormente, acabó con la abstención que permitió al PP gobernar durante más de año y medio en España.

MIRANDO A HUESCA

Su ascenso triunfal a los cielos de los dioses del socialismo, a los que Lambán invocaba para la andaluza Susana Díaz, y su posterior moción de censura a Mariano Rajoy y su investidura como presidente parecía coser todos los machetazos que en su día se regalaron. Una labor de corte y confección que prometía una primavera del 2019 sin vendettas. Pero si Zaragoza ha sufrido el revés de voltear la lista que pretendía el aparato local, lo llamativo es que nadie lo atribuye a una revancha de Pedro Sánchez, sino a las habilidosas maniobras de los socialistas altoaragoneses para primar sus intereses en Ferraz.

Huesca es la única que no sufre cambios y su máximo influencer provincial, Miguel Gracia -secretario de Política Institucional del PSOE aragonés-, posaba sonriente con la turolense María José Villaba y Pilar Alegría al lado del actual líder del olimpo socialista. La primera, acababa de reemplazar a Ignacio Urquizu como aspirante a diputado en el Congreso. La segunda, se imponía al líder provincial, Juan Antonio Sánchez Quero, y al barón que apostó por ella para la Alcaldía de Zaragoza, Javier Lambán. ¿Huesca decide por Zaragoza después de ser una de las pocas provincias en las que Susana Díaz ganó a Sánchez en las primarias? Para muchos es esta alianza Alegría-Gracia la que ha dado la clave para configurar una lista como la que salió de Ferraz el pasado domingo. Con claros perjudicados que empiezan a palpar las consecuencias de una decisión que les venía impuesta.

«Así funciona la política», respondía la concejala Marta Aparicio a los representantes sindicales que ayer se acercaban a ella para animarla en la Comisión de Servicios Públicos y Personal del ayuntamiento. Su quinto puesto en listas elegido hace solo una semana se había convertido en la nada tras la intervención del comité federal. Ni siquiera una imposible posición retrasada como le había tocado en suerte a Ranera. Los que se acercaban le preguntaban por una explicación que ellos no acertaban a dar. Su futuro, si no hay más sorpresas después de mayo, pasará por volver a su profesión anterior, de abogada autónoma.

Lo de Javier Trívez, en ese fugaz número 3 para la lista del Senado que ahora ocupa el bilbilitano Víctor Ruiz, no generaba tanta sorpresa. El que fuera vicerrector de Economía antes de su aventura como concejal, le cederá el testigo al actual vicerrector de Política Científica, Luis Miguel García Vinuesa. Y eso que, al igual que Aparicio, han sostenido las batallas más intensas del mandato con ZeC, con Fernando Rivarés por las cuentas y con Alberto Cubero por las municipalizaciones, respectivamente, y este es el premio que le regala Madrid. O peor, una Pilar Alegría que parece perpetrar una enmienda a la totalidad al no contar con ellos. También sacrifica a las dos personas que han soportado la dedicación parcial, con la consiguiente merma de ingresos por hacerlo. Parece injusto, sí.

Tienen la misma suerte queque dos históricos en el grupo municipal, Roberto Fernández, que ya se veía fuera de la próxima corporación antes, y Lola Campos, que se encamina a la jubilación. Y, por contra, el único que parece contar con la confianza suficiente es Horacio Royo, asesor técnico del grupo en la última legislatura y número dos de Ranera en El Rabal.

De las caras nuevas, Alegría apuesta por Inés Ayala, eurodiputada a la que no se le distingue por su perfil municipalista aunque todos reconocen su dedicación y trabajo en todo lo que emprende. Royo trabajó para ella desde Zaragoza, se conocen, y se antoja como el nexo de unión entre el pasado y el futuro del grupo municipal.

Y si entra Ranera, mejor. Así que la habilidad de Ferraz en esta decisión ha sido dejar un escaso margen para polemizar. Porque zanjar este fuego es la mejor solución si quieren que Ranera tenga alguna posibilidad de entrar en la próxima corporación. Porque, además, que la actual presidenta del Rabal entre significará, con total seguridad, que el PSOE gobierna. Y eso lo sanaría todo.