La deslocalización de la producción de Schindler a Eslovaquía provocará un daño irreparable en varios frentes. Además de las consecuencias negativas que tendrá sobre un importante número de empresas proveedoras y la destrucción de empleo indirecto que puede provocar, otro de los perjudicados será el Instituto Tecnológico de Aragón (Itainnova), reconocido a nivel internacional por el desarrollo de innovación del sector del ascensor. Este centro ha sido hasta ahora un estrecho aliado de la multinacional suiza, con la que viene colaborando en distintas áreas como la industrialización y diseño de productos, una relación que se verá diezmada al desaparecer la unidad de fabricación.

Itainnova es un referente para ensayos y verificaciones de las empresas constructoras de ascensores. En su sede situada junto al campus universitario del Actur dispone de dos torres de ensayos, con dos huecos cada una. El centro, que depende del Departamento de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento del Ejecutivo aragonés, se especializó en este campo para dar respuesta a las demandas y necesidades de las empresas locales de industria, ya que la comunidad autónoma acapara el 10% de los fabricantes del sector con firmas destacadas como Macpuarsa, Wittur, Felesa, Emesa-Savera, Dinatec o la propia Schindler, con las que este centro Tecnológico cuenta con convenios de colaboración.

TORRES DE ENSAYO

Este instituto tecnológico ha sido determinante para el fortalecimiento y arraigo de la industria de los ascensores en Aragón. Incluso, su aportación ha sido clave en el pasado para evitar la fuga de alguna gran compañía. De hecho, la primera torre de ensayo se puso en marcha en el 2000 y permitió evitar el traslado a Sevilla de la fábrica de Macpuarsa. Dos años más tarde se construyó una segunda torre, lo que consolidó este área de investigación y desarrollo.

En este contexto, Schindler es un cliente «relevante» del centro, «pero no el único», según fuentes del organismo. «El cierre de la fábrica nos afectará en varios sentidos. Nos impactará económicamente y los trabajos en común se reducirán», apuntaron este miércoles desde el instituto, que ha colaborado con la multinacional en cuestiones como ensayos, cálculo, diseño de productos o control de calidad. Entre los proyecto desarrollados conjuntamente figura un banco de ensayo para motores eléctricos de ascensores

La relación de la empresa con Itainnova se remonta a finales de los noventa. Desde entonces, la colaboración se fue fortificando al tiempo que la antigua Giesa fue perdiendo el equipo de ingeniería para el desarrollo de producto que tenía en Zaragoza.

PÉRDIDA DE 'KNOW HOW'

La decisión de cerrar y deslocalizar la producción de componentes de ascensor a la fábrica que el grupo tiene en Eslovaquía ha cogido por sorpresa a este centro tecnológico. «No lo esperábamos. La planta de Zaragoza tiene una larga trayectoria de hacer bien las cosas, de primar la calidad. Por eso, siempre que el grupo industrializaba algo, empezaba aquí», señalaron las mismas fuentes. «Hay un know how (conocimiento) muy potente que se va a perder», lamentaron.

Así las cosas, Itainnova lleva más dos décadas prestando servicios de diseño, desarrollo y mejora del producto para fabricantes de ascensores tanto españoles como europeos, además de colaborar con organismos de normalización de ámbito nacional e internacional en la fijación de las reglas del sector en cuestiones de seguridad, eficiencia energética y nuevas tecnologías. El prestigio del centro es tal, que hasta firmas de Japón se han interesado por su actividad.

REUNIÓN CON LA DGA

Por su parte, el vicepresidente y consejero Industria, Competitividad y Desarrollo Empresarial del Gobierno de Aragón, Arturo Aliga, ha mantenido este miércoles una reunión con los representantes de Schindler, a quienes ha instado a trasladar a la dirección general de la empresa en Suiza el interés del Ejecutivo autonómico en que se mantenga al menos una parte de la unidad productiva en Zaragoza. Si eso no es posible, ha reclamado que el cierre se haga de forma «no traumática» y se busquen «las mejores opciones de salida a la plantilla y un plan de recolocaciones con formación», además de pedir que se refuercen las otras áreas de negocio del grupo que se mantendrán en Zaragoza.

Desde Schindler han insistido en negar que se trata de una deslocalización porque solo se traslada el 40% de la producción, mientras que el 60% restante corresponde a componentes que se dejarán de fabricar este año porque se han quedado obsoletos.