Gabriel Marín, el terapeuta navarro que trabaja con la denunciante para superar el trauma, avala su testimonio como "psicológicamente creíble", en un informe que tiene pendiente de ratificar en el juzgado de Vigo. "Yo no puedo decir si algo es cierto o no, pero sí que las secuelas que presenta son compatibles con el estrés postraumático propio de una agresión sexual prolongada", explica el psicólogo. Con M. G. E. ha utilizado una técnica novedosa en España, el EMDR. Se basa, explica, en utilizar los rápidos movimientos oculares propios de la fase REM del sueño, cuando asentamos los recuerdos, para acelerar el paso por los recuerdos traumáticos e integrarlos, "masticarlos" más deprisa. En definitiva, "activar el mecanismo natural del cerebro para curar la herida, en casos en que el cerebro se atasca".